Texto clave: Efesios 5:8 – “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.”
Introducción
El concepto de “andar como hijos de luz” es central en la vida cristiana. En las Escrituras, la luz es un símbolo de santidad, verdad y vida eterna, mientras que las tinieblas representan el pecado, la ignorancia espiritual y la muerte. El llamado de Pablo en Efesios 5:8 a los creyentes es claro: ya no vivimos en la oscuridad, sino que hemos sido transformados por Cristo para vivir como hijos de luz. Esto no es solo una invitación, sino una responsabilidad y una misión para todos aquellos que siguen a Jesús.
Objetivo del bosquejo
- Explicar lo que significa andar como hijos de luz.
- Explorar el contraste entre la luz y las tinieblas en la Biblia.
- Desarrollar la aplicación práctica de esta enseñanza para el creyente moderno.
I. Identidad transformada: “De tinieblas a luz” (Efesios 5:8)
A. Nuestra condición pasada: Tinieblas
El apóstol Pablo comienza este pasaje recordándonos que en otro tiempo éramos “tinieblas”. Aquí no dice simplemente que estábamos en tinieblas, sino que éramos tinieblas. Esto implica que, antes de conocer a Cristo, nuestra identidad misma estaba caracterizada por el pecado, el error y la ignorancia espiritual. Las tinieblas representan la condición de la humanidad caída, apartada de Dios, incapaz de percibir la verdad y atrapada en la muerte espiritual.
Referencias bíblicas:
- Juan 3:19 – “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”
- Colosenses 1:13 – “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo.”
El pecado no solo afecta nuestras acciones externas, sino que transforma nuestro interior, haciéndonos hijos de las tinieblas. Vivir en tinieblas significa estar alejados de la vida de Dios, actuando bajo la influencia del mal y sin el discernimiento espiritual que proviene de la luz de Cristo.
B. Nuestra nueva identidad en Cristo: Luz en el Señor
En contraste con nuestra antigua condición, Pablo proclama una nueva realidad: “Ahora sois luz en el Señor”. Esta transformación no es algo que podamos lograr por nuestra cuenta, sino que es una obra divina realizada a través de nuestra unión con Cristo. Al confiar en Jesús y recibir su salvación, hemos sido iluminados espiritualmente. Ya no pertenecemos a las tinieblas; ahora somos hijos de la luz.
- Juan 8:12 – “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
- 1 Pedro 2:9 – “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.”
Cristo es la fuente de nuestra luz. Al caminar con Él, reflejamos esa luz al mundo. La luz que ahora tenemos en Cristo no es una luz propia, sino una que proviene de nuestra relación con Él.
II. La conducta de los hijos de luz (Efesios 5:9-10)
A. Fruto de la luz
En Efesios 5:9, Pablo describe lo que significa andar como hijos de luz, señalando que esta luz produce fruto: “Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad.” Esta luz no es pasiva, sino que produce resultados visibles en la vida del creyente.
Bondad: Una disposición hacia el bien, el amor y la compasión hacia los demás.
- Gálatas 6:10 – “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos.”
Justicia: Vivir de acuerdo a los estándares de rectitud establecidos por Dios. No se trata solo de una justicia legal, sino de una justicia moral y espiritual.
- Mateo 5:6 – “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”
Verdad: La luz de Dios es la verdad absoluta. Los hijos de la luz no pueden andar en el engaño o la falsedad, sino que deben vivir en la transparencia de la verdad divina.
- Juan 17:17 – “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
B. Agradar al Señor
En el versículo 10, Pablo añade que parte de andar en la luz es “comprobar lo que es agradable al Señor”. Los hijos de luz no viven para complacerse a sí mismos, sino para buscar lo que es agradable a Dios. Esto requiere discernimiento espiritual y un conocimiento profundo de las Escrituras. No podemos saber lo que agrada a Dios si no pasamos tiempo en su Palabra y en oración.
III. Separación de las obras de las tinieblas (Efesios 5:11-12)
A. No tener comunión con las obras infructuosas de las tinieblas
Pablo nos advierte que no solo debemos evitar las tinieblas, sino también no tener comunión con ellas. Las “obras infructuosas” de las tinieblas son aquellas acciones que no producen ningún beneficio espiritual, sino que llevan al pecado y a la muerte.
- Romanos 13:12 – “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.”
El llamado aquí es a una separación del pecado. No podemos vivir como hijos de luz mientras mantenemos una conexión activa con las tinieblas. La vida cristiana implica una ruptura total con el pasado de pecado.
B. Exponer las tinieblas
En lugar de participar en las tinieblas, Pablo dice que debemos “reprenderlas”. Esto significa que, como hijos de luz, nuestra vida debe ser un testimonio contra el pecado. La luz expone lo que está oculto en la oscuridad, revelando la verdadera naturaleza del pecado. No es suficiente evitar el mal; los hijos de luz deben brillar lo suficiente como para que las tinieblas queden expuestas.
IV. Despertar espiritual: “Levántate de los muertos” (Efesios 5:14)
A. El llamado a despertar
En el versículo 14, Pablo parece citar un antiguo himno o una declaración litúrgica: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.” Este es un llamado a aquellos que están espiritualmente adormecidos o muertos a despertar y recibir la luz de Cristo.
El cristiano no puede permitirse caer en la apatía espiritual. Caminar como hijos de luz implica una vigilancia constante, un despertar continuo a la realidad de nuestra nueva vida en Cristo. La pasividad y la indiferencia no son características de los hijos de luz.
B. El poder transformador de Cristo
La promesa es clara: si respondemos a este llamado, Cristo nos alumbrará. La luz de Cristo no solo nos despierta, sino que nos guía y nos transforma. Nos habilita para vivir en su poder, reflejando su luz a un mundo que todavía está en tinieblas.
Conclusión
Examinemos nuestra vida: ¿Estamos reflejando la luz de Cristo en nuestras acciones diarias? ¿Hay áreas donde las tinieblas todavía ejercen influencia? Debemos hacer un autoexamen honesto.
Vivamos de manera intencional: Ser hijo de luz no es un estado pasivo, sino una vida activa de bondad, justicia y verdad. Busquemos oportunidades para demostrar estos frutos en nuestras relaciones y comunidad.
Llevemos la luz al mundo: Jesús nos ha llamado a ser “la luz del mundo” (Mateo 5:14). Vivir como hijos de luz significa que somos testigos de su verdad, llevando esperanza a un mundo perdido y atrapado en tinieblas.
Al vivir como hijos de luz, reflejamos la gloria de Dios y mostramos al mundo el poder transformador del evangelio.