Texto Base: Hechos 3:19
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”.
Introducción
La frase “arrepentíos y convertíos” es un llamado poderoso en el Nuevo Testamento, particularmente en el ministerio de Pedro y de los primeros apóstoles. En Hechos 3:19, el apóstol Pedro se dirige a una multitud, exhortándolos a cambiar su dirección espiritual y a volverse a Dios. Este mandato no solo está destinado a corregir el rumbo de las vidas de los oyentes, sino que también presenta una invitación divina para experimentar un cambio completo de corazón y vida.
El arrepentimiento y la conversión son dos caras de la misma moneda en la vida cristiana. El arrepentimiento implica reconocer la necesidad de cambiar, mientras que la conversión es el paso activo de volverse hacia Dios. En este bosquejo, exploraremos el significado profundo de cada uno de estos conceptos, sus implicaciones espirituales y prácticas, y cómo conducen al perdón y a los tiempos de refrigerio mencionados en las Escrituras.
I. El Arrepentimiento: Un Cambio de Mente y Corazón
A. Definición Bíblica de Arrepentimiento
La palabra griega para “arrepentimiento” en el Nuevo Testamento es metanoia, que literalmente significa un cambio de mente o una transformación interior. No se trata simplemente de lamentar los errores cometidos, sino de un cambio completo en la forma en que uno piensa acerca del pecado y de Dios.
Reconocimiento del pecado: El arrepentimiento comienza con la conciencia de que uno ha pecado contra Dios. En Romanos 3:23 se afirma que “todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios”. Reconocer este hecho es el primer paso para un verdadero arrepentimiento.
Dolor por el pecado: Este no es un mero remordimiento superficial, sino un profundo pesar por haber ofendido a Dios. El salmista expresa este tipo de dolor en el Salmo 51:17: “El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no despreciarás el corazón contrito y humillado”.
Decisión de cambiar: El arrepentimiento no es completo sin una resolución firme de alejarse del pecado. En el Evangelio de Lucas 15, la parábola del hijo pródigo ilustra esto claramente. Después de haber vivido en pecado, el joven decide regresar a su padre, lo que simboliza la decisión de volverse a Dios.
B. La Necesidad Universal del Arrepentimiento
El arrepentimiento no es solo para los que han cometido grandes pecados o que viven alejados de Dios, sino para toda la humanidad. Como se menciona en Hechos 17:30, “Dios… manda ahora a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. Todos estamos necesitados de este cambio espiritual.
- Jesús comenzó su ministerio con un llamado al arrepentimiento (Marcos 1:15): “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”.
- El mensaje de Juan el Bautista también fue de arrepentimiento (Mateo 3:2): “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
II. La Conversión: Un Cambio de Dirección
A. La Conversión en las Escrituras
La conversión es el acto de volverse hacia Dios. El arrepentimiento es el reconocimiento del pecado y el deseo de alejarse de él, mientras que la conversión es la acción tangible de volverse hacia Dios en obediencia. En el griego del Nuevo Testamento, la palabra traducida como “convertíos” es epistrepho, que significa volverse o girar completamente.
Un nuevo rumbo: Cuando nos convertimos, dejamos de caminar en dirección al pecado y comenzamos a caminar hacia Dios. Esta transformación es tanto interna como externa; afecta nuestro corazón, nuestra mente y nuestras acciones.
Un nuevo Señor: La conversión significa cambiar de lealtad. Antes de convertirnos, estábamos bajo el dominio del pecado, pero al convertirnos a Cristo, lo reconocemos como nuestro Señor y Salvador. Esto es lo que Pablo expresa en Colosenses 1:13, cuando dice que Dios “nos ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo”.
B. El Fruto de la Conversión
La verdadera conversión produce frutos visibles en la vida de una persona. Jesús dijo en Mateo 7:16: “Por sus frutos los conoceréis”. Estos frutos son las evidencias del cambio que ha tenido lugar en el corazón de la persona que se ha vuelto a Dios.
- Una vida transformada: En Efesios 4:22-24, Pablo exhorta a los creyentes a “despojarse del viejo hombre” y a “vestirse del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.
- Obediencia a la Palabra de Dios: Una señal clave de la conversión es el deseo de obedecer a Dios y vivir según sus mandamientos. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
- Un corazón que ama a los demás: En 1 Juan 4:7-8, se nos recuerda que “el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”. La conversión produce en nosotros un amor genuino hacia Dios y hacia los demás.
III. El Propósito de Arrepentirse y Convertirse: El Perdón de los Pecados y el Refrigerio Espiritual
A. El Perdón de los Pecados
Hechos 3:19 declara que el propósito del arrepentimiento y la conversión es que “sean borrados vuestros pecados”. El pecado es la barrera que nos separa de Dios, y solo puede ser removido a través del perdón que Él ofrece por medio de Jesucristo. Cuando nos arrepentimos y nos volvemos a Dios, Él es fiel para perdonar nuestras faltas.
- La promesa de Dios de perdonar: En 1 Juan 1:9, se nos asegura que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
B. Tiempos de Refrigerio de la Presencia del Señor
Pedro menciona también que, como resultado del arrepentimiento y la conversión, vendrán “tiempos de refrigerio” de la presencia del Señor. Esto se refiere a la paz y el gozo que experimentamos cuando estamos reconciliados con Dios.
- La paz con Dios: En Romanos 5:1, Pablo dice que “justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
- El gozo de la salvación: El salmista clamó en el Salmo 51:12: “Vuélveme el gozo de tu salvación”. Cuando estamos en comunión con Dios, experimentamos un gozo que no depende de las circunstancias externas.
- La presencia del Espíritu Santo: Jesús prometió enviar el Espíritu Santo como Consolador (Juan 14:16-17), y este Espíritu trae consuelo, dirección y poder a nuestras vidas diarias.
Conclusión
El mensaje de “arrepentíos y convertíos” es tan relevante hoy como lo fue en el primer siglo. Dios sigue llamando a las personas de todas las naciones y culturas a cambiar su rumbo y a volverse a Él. Este llamado no es simplemente una opción, sino una necesidad urgente para experimentar el perdón y los tiempos de refrigerio que solo Dios puede ofrecer.
Si aún no has respondido a este llamado, hoy es el día de arrepentirte y convertirte. Y si ya has experimentado este cambio, sigue buscando vivir una vida de arrepentimiento continuo y crecimiento espiritual, permitiendo que Dios continúe transformando tu vida para Su gloria.