Texto base: 2 Timoteo 1:6-7
“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Introducción
En las palabras del apóstol Pablo a Timoteo, encontramos una instrucción clara y poderosa: avivar el fuego del don de Dios. La metáfora del fuego representa algo vivo, activo, y en constante necesidad de mantenimiento. Avivar el fuego significa reavivar, fortalecer, y cuidar lo que Dios ha depositado en nosotros, para que no se apague ni quede inactivo. Este llamado no solo fue para Timoteo, sino para todos los creyentes que han recibido dones espirituales para servir al Señor y a Su iglesia.
En este bosquejo, exploraremos cuatro aspectos clave de este mandato:
- Reconoce el don que Dios te ha dado.
- Protege el fuego de las distracciones y el pecado.
- Depende del Espíritu Santo para avivarlo.
- Usa el don con valentía, amor y disciplina.
1. Reconoce el don que Dios te ha dado
Dios ha equipado a cada creyente con dones únicos, diseñados para Su gloria y el beneficio de Su iglesia. En 1 Corintios 12:4-7, Pablo nos recuerda que hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu. Cada don es una manifestación del Espíritu para provecho común.
Es crucial reconocer qué don o dones Dios ha puesto en nuestras vidas. Este reconocimiento no se basa en orgullo, sino en gratitud y obediencia. Como Timoteo, es posible que necesitemos la guía de líderes espirituales o la confirmación del Espíritu Santo para identificar y afirmar esos dones.
Pasos para reconocer el don de Dios en tu vida:
- Busca en la Palabra: La Biblia describe varios dones espirituales (Romanos 12:6-8; Efesios 4:11-12; 1 Corintios 12). Estudia estos pasajes para entender cómo Dios trabaja a través de los creyentes.
- Ora y pide dirección: Solo el Espíritu Santo puede revelar con claridad el propósito y el llamado en tu vida.
- Acepta la confirmación de otros: Muchas veces, Dios utiliza a otros creyentes para señalar los dones que ven en ti.
- Pon tus talentos en acción: Participa en el servicio de la iglesia, prueba diferentes ministerios y observa dónde sientes el respaldo del Espíritu.
Reconocer tu don no es el final del camino; es solo el comienzo. Una vez identificado, el siguiente paso es protegerlo y avivarlo constantemente.
2. Protege el fuego de las distracciones y el pecado
Así como un fuego puede apagarse si no se cuida, los dones de Dios en nuestras vidas pueden debilitarse por negligencia, distracciones o el pecado. En 1 Tesalonicenses 5:19, Pablo exhorta: “No apaguéis al Espíritu”. Esto nos recuerda que el fuego espiritual requiere atención intencional y constante.
Amenazas que pueden apagar el fuego del don de Dios:
- El pecado: Cualquier forma de pecado no confesado puede apagar la obra del Espíritu en nuestras vidas (Isaías 59:2). Es necesario vivir en santidad y arrepentimiento continuo.
- La apatía espiritual: Cuando dejamos de orar, leer la Palabra o congregarnos, el fuego se enfría. La apatía es enemiga del crecimiento espiritual.
- Las distracciones del mundo: Las preocupaciones, placeres y actividades mundanas pueden desviar nuestra atención del llamado de Dios. Mateo 6:33 nos recuerda buscar primero el Reino de Dios.
- El desánimo: Las dificultades o la falta de resultados inmediatos pueden hacernos dudar de nuestros dones y nuestro llamado.
Cómo proteger el fuego:
- Permanece en comunión con Dios: Dedica tiempo diario a la oración, adoración y meditación en la Palabra.
- Rodéate de personas piadosas: Busca compañeros de fe que te animen y te exhorten.
- Elimina lo que enfría tu espíritu: Identifica y abandona hábitos o relaciones que obstaculicen tu crecimiento espiritual.
- Renueva tu mente: Llénate de la Palabra de Dios y deja que transforme tus pensamientos y actitudes (Romanos 12:2).
Proteger el fuego no es una tarea pasiva; requiere disciplina y entrega diaria.
3. Depende del Espíritu Santo para avivarlo
El don de Dios no puede ser avivado con nuestras fuerzas humanas; depende completamente del Espíritu Santo. En Zacarías 4:6, Dios declara: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Esto nos enseña que el poder para mantener vivo el fuego viene del Espíritu Santo.
El rol del Espíritu Santo en avivar el fuego:
- Es la fuente del poder espiritual: El Espíritu Santo es quien nos capacita para servir eficazmente en el Reino. Jesús dijo en Hechos 1:8 que recibiríamos poder cuando el Espíritu viniera sobre nosotros.
- Nos guía a toda verdad: El Espíritu Santo nos enseña cómo usar nuestros dones de manera correcta y conforme a la voluntad de Dios (Juan 16:13).
- Produce fruto en nuestras vidas: Un fuego avivado produce fruto visible: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23).
Cómo depender del Espíritu Santo:
- Ora pidiendo llenura: Busca diariamente la llenura del Espíritu Santo, como lo hicieron los primeros creyentes en Hechos 4:31.
- Escucha Su voz: Aprende a discernir la voz del Espíritu a través de la oración y la meditación en la Palabra.
- Obedece Sus impulsos: No apagues Su guía; actúa en fe cuando sientas Su dirección.
- Confía en Su poder: No te apoyes en tus habilidades humanas, sino en el poder sobrenatural del Espíritu.
El Espíritu Santo es nuestro ayudador, consolador y guía. Sin Él, cualquier intento de avivar el don será en vano.
4. Usa el don con valentía, amor y disciplina
Pablo le recuerda a Timoteo que Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7). Esto significa que nuestros dones deben ser utilizados con valentía, motivados por el amor, y administrados con disciplina.
Usar el don con valentía:
El temor puede paralizarnos y hacer que enterremos nuestros talentos, como el siervo de la parábola en Mateo 25:14-30. Sin embargo, Dios nos llama a ser valientes y actuar en fe. La valentía no significa ausencia de miedo, sino obediencia a pesar de él.
Usar el don con amor:
El propósito principal de los dones es edificar a otros en el cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 13:1-3, Pablo enfatiza que sin amor, cualquier don pierde su valor. El amor debe ser la motivación central detrás de todo lo que hacemos.
Usar el don con disciplina:
El dominio propio nos ayuda a ser fieles y constantes en el uso de nuestros dones. Esto incluye desarrollar nuestras habilidades, prepararnos espiritualmente y perseverar a pesar de las dificultades. La disciplina nos lleva a ser buenos administradores de lo que Dios nos ha confiado.
Aplicación práctica:
- Busca oportunidades para servir: No esperes condiciones perfectas; usa tus dones donde estés ahora.
- Esfuérzate en mejorar: Dedica tiempo a desarrollar tus habilidades y conocimientos relacionados con tu llamado.
- Persevera en la adversidad: Recuerda que tu servicio es para el Señor y no para los hombres (Colosenses 3:23-24).
- Ama a las personas: Haz todo con un corazón humilde y compasivo, buscando glorificar a Dios y no a ti mismo.
Conclusión
Avivar el fuego del don de Dios es un mandato continuo. No es algo que hacemos una vez, sino un compromiso diario con el Señor y Su obra. Reconoce el don que Dios te ha dado, protégelo de todo lo que intente apagarlo, depende completamente del Espíritu Santo, y úsalo con valentía, amor y disciplina.
Este llamado requiere fe, esfuerzo y una relación profunda con Dios. Pero cuando avivamos el fuego, no solo bendecimos nuestras vidas, sino que impactamos a otros para la gloria de Dios. Como dijo Jesús en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
¡Que este sea un recordatorio para vivir una vida apasionada por el Señor y Su propósito en nuestras vidas!