Texto base: 1 Pedro 2:9-10
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”
Introducción
Desde la creación del mundo, Dios ha mostrado su soberanía al elegir a quienes le servirán y cumplirán su propósito. La Biblia está llena de ejemplos de personas que fueron escogidas por Dios para tareas específicas: Abraham, Moisés, David, los profetas y los apóstoles. Pero este llamado no se limita solo a ellos; como hijos de Dios, nosotros también hemos sido escogidos para un propósito divino.
Ser escogido por Dios no significa que somos mejores que otros, sino que hemos sido llamados para una misión específica en su reino. Esta elección es un acto de amor y gracia, y viene acompañada de responsabilidad. En este bosquejo, exploraremos qué significa ser escogido por Dios, cuáles son sus implicaciones y cómo podemos vivir conforme a este llamado.
1. Escogidos por gracia y no por méritos
Texto: Efesios 2:8-9
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Desde tiempos antiguos, Dios ha escogido a su pueblo no por sus méritos, sino por su gracia y propósito soberano. Israel fue escogido no porque fuera el pueblo más fuerte o numeroso, sino porque Dios decidió amarlo (Deuteronomio 7:7-8). Lo mismo ocurre con la iglesia: no fuimos llamados porque lo mereciéramos, sino porque Dios, en su amor, nos atrajo a Él.
Muchos luchan con la idea de ser “dignos” de Dios. La verdad es que nadie es digno en sí mismo; nuestra elección en Cristo es un acto de pura misericordia. No hay obras humanas que puedan hacernos merecedores del llamado divino. Si fuéramos escogidos por nuestras propias acciones, la salvación dejaría de ser un regalo y se convertiría en una recompensa, pero Dios nos ha elegido sin que lo merezcamos.
Esta verdad nos lleva a dos respuestas: primero, la gratitud, pues todo lo que somos y tenemos es por su gracia. Segundo, la humildad, porque si Dios nos ha escogido, no podemos jactarnos ni despreciar a otros. Nuestra elección debe impulsarnos a vivir en gratitud y obediencia, reflejando el carácter de aquel que nos llamó.
2. Escogidos para ser transformados
Texto: Romanos 12:2
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
El llamado de Dios no es estático; no solo nos elige, sino que nos transforma. La elección divina implica un cambio radical en nuestra vida, una renovación de nuestro carácter conforme a Cristo.
Dios no solo nos llama a la salvación, sino también a la santificación. Esto significa que, aunque venimos a Él tal como somos, no permanecemos igual. Su Espíritu Santo obra en nosotros, transformando nuestros pensamientos, actitudes y acciones para que reflejemos la imagen de Cristo.
La elección de Dios nos aparta del pecado y del mundo, llamándonos a vivir una vida distinta. No podemos vivir como antes, ni conformarnos a los valores de este mundo. Nuestra mente y corazón deben ser renovados por la Palabra de Dios, de manera que aprendamos a discernir su voluntad y a vivir en obediencia.
Este proceso de transformación no es automático ni instantáneo, sino progresivo. Requiere nuestra disposición para rendirnos a Dios y permitirle obrar en nosotros. Cuando entendemos que hemos sido escogidos para ser transformados, abrazamos la obra de Dios en nuestras vidas con gozo y paciencia, sabiendo que Él nos está preparando para su propósito.
3. Escogidos para anunciar su gloria
Texto: Mateo 5:14-16
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Ser escogidos por Dios no es un privilegio sin propósito. Dios nos ha llamado para ser luz en medio de la oscuridad. Como hijos de Dios, tenemos la responsabilidad de reflejar su gloria y dar testimonio de su amor.
Nuestra vida debe ser un testimonio visible del poder transformador de Dios. No podemos escondernos ni vivir en conformidad con el mundo. En cambio, debemos brillar con la luz de Cristo a través de nuestras acciones, palabras y actitudes.
El llamado a anunciar su gloria no es solo para los pastores o evangelistas, sino para todo creyente. Cada día, en nuestro trabajo, familia y comunidad, tenemos la oportunidad de mostrar el carácter de Dios. Nuestra manera de hablar, tratar a los demás y vivir en integridad son maneras en que proclamamos su gloria.
Cuando entendemos que hemos sido escogidos para manifestar a Dios en este mundo, nuestra vida cobra un propósito mayor. No estamos aquí por casualidad, sino con una misión: reflejar la luz de Cristo para que otros sean atraídos a Él.
4. Escogidos para vencer la oposición
Texto: Juan 15:18-19
“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.”
Ser escogidos por Dios no significa que todo será fácil. De hecho, Jesús nos advirtió que el mundo nos rechazaría porque no le pertenecemos.
El enemigo se opone a quienes Dios ha llamado. Desde el principio, Satanás ha intentado frustrar los planes de Dios para su pueblo. Sin embargo, la elección divina también implica protección y fortaleza. Aunque enfrentemos dificultades, Dios nos capacita para resistir y vencer.
La clave para superar la oposición es permanecer firmes en la fe y recordar quién nos ha escogido. Nuestra identidad en Cristo nos da la fuerza para soportar pruebas, rechazos y persecuciones.
Cuando enfrentamos oposición, no debemos desanimarnos ni dudar de nuestro llamado. Al contrario, debemos verlo como una confirmación de que estamos en el camino correcto. Dios nos ha escogido, nos sostiene y nos da la victoria en medio de las adversidades.
5. Escogidos con un destino eterno
Texto: Juan 14:2-3
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
La elección de Dios no solo tiene implicaciones para esta vida, sino también para la eternidad. Hemos sido llamados a un destino glorioso con Cristo.
El propósito final de nuestra elección es vivir eternamente con Dios. La vida aquí es solo temporal, pero tenemos la promesa de una morada celestial preparada por Cristo.
Este conocimiento debe llenar nuestros corazones de esperanza y motivarnos a perseverar en la fe. Como escogidos de Dios, no solo tenemos una misión en la tierra, sino un destino eterno en su presencia.
Conclusión
Ser escogidos por Dios es un privilegio y una responsabilidad. No somos elegidos por mérito, sino por su gracia. Nuestra elección nos llama a transformación, testimonio y perseverancia en la fe. Dios nos ha escogido con un propósito en esta vida y con un destino eterno. Que vivamos conforme a este llamado, glorificando a Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.