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Bosquejo: Hombres Esforzados

Introducción

Texto base: Josué 1:9
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”

Vivimos tiempos donde el esfuerzo ha sido reemplazado por la comodidad, donde la perseverancia ha cedido lugar al abandono, y donde muchos hombres han perdido de vista su llamado a ser valientes, firmes y decididos. La Palabra de Dios nos confronta con una verdad ineludible: el Reino de Dios avanza por medio de hombres esforzados y valientes. El llamado de Josué no es una excepción; es un modelo que atraviesa toda la Escritura. Desde Abraham hasta Pablo, pasando por David, Gedeón, Nehemías y tantos más, vemos una constante: Dios usa a hombres que están dispuestos a luchar, avanzar y no rendirse.

La palabra “esforzado” en la Biblia no solo implica fuerza física, sino sobre todo carácter, convicción, perseverancia y fe. El hombre esforzado no es el más fuerte físicamente, sino el que tiene un corazón que no se rinde y que permanece firme ante la prueba. Hoy, más que nunca, se necesitan hombres que se levanten en sus hogares, iglesias y comunidades con esta actitud: una vida entregada con esfuerzo al llamado divino.

En este bosquejo bíblico, exploraremos las características de un hombre esforzado, veremos ejemplos bíblicos concretos y cómo podemos aplicar estos principios a nuestra vida hoy. No se trata de un discurso motivacional humano, sino de un llamado divino respaldado por las promesas de Dios.

Estructura general del bosquejo:

  1. ¿Qué significa ser un hombre esforzado?

  2. Ejemplos bíblicos de hombres esforzados.

  3. El esfuerzo en medio de la oposición.

  4. La promesa de Dios al hombre esforzado.

  5. Aplicación práctica: cómo ser un hombre esforzado hoy.

1. ¿Qué significa ser un hombre esforzado?

Texto de apoyo: 2 Timoteo 2:3
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.”

La palabra “esforzado” proviene del hebreo “chazaq”, que significa “ser fuerte, valiente, prevalecer”. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo llama a Timoteo a ser un soldado firme, lo que implica no solo disciplina sino también un compromiso con la causa que defiende. Un hombre esforzado, entonces, no es simplemente alguien con energía, sino alguien determinado, con convicción, que persevera incluso en medio del sufrimiento y la adversidad.

A. No se rinde ante la primera dificultad

Un hombre esforzado no mide su fidelidad a Dios por las circunstancias. Cuando la tormenta arrecia, él no huye, sino que se mantiene firme. Esto implica tener una fe inquebrantable, que no se basa en lo que ve, sino en lo que cree.

Pablo mismo lo expresó en 2 Corintios 4:8-9:
“Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.”
Este es el espíritu de un hombre esforzado. No niega que hay lucha, pero no se deja vencer por ella.

B. Tiene claridad de propósito

El hombre esforzado no camina por la vida a la deriva. Tiene claro para qué vive, a quién sirve y hacia dónde va. Su esfuerzo está canalizado, no es simplemente actividad sin sentido, sino acción con dirección. Josué tenía una misión clara: conquistar la tierra prometida, y su esfuerzo estaba enfocado en esa meta.

C. Entiende que el esfuerzo es obediencia

Muchas veces confundimos el esfuerzo con legalismo, pero la Biblia lo presenta como una respuesta de obediencia. Cuando Dios le dice a Josué “esfuérzate”, no le está pidiendo que haga las cosas por sus propias fuerzas, sino que confíe en la dirección de Dios y obedezca sin titubear.

Esforzarse es obedecer a Dios incluso cuando la lógica humana dice que no tiene sentido. Es construir el arca como Noé sin haber visto llover. Es lanzarse al mar como Pedro sin saber nadar bien. Es dar un paso de fe como Abraham sin saber a dónde va. El esfuerzo es fe en acción.

Reflexión y aplicación práctica:

Hoy en día, muchos hombres viven derrotados porque han cedido al cansancio, la apatía o el miedo. Se rinden en sus matrimonios, en la crianza de sus hijos, en su llamado. Pero Dios sigue buscando hombres como Josué, como Nehemías, como Timoteo… hombres dispuestos a pagar el precio de seguirle con todo su corazón.
¿Eres tú uno de ellos? ¿Estás dispuesto a ser un hombre esforzado, no por mérito propio, sino por obediencia al Dios que te llama?

2. Ejemplos bíblicos de hombres esforzados

A lo largo de la Biblia encontramos numerosos hombres que vivieron una vida de esfuerzo, no porque fueran perfectos, sino porque tomaron decisiones valientes, perseveraron en medio de la adversidad y confiaron en Dios a pesar de sus debilidades. A continuación, veremos algunos de ellos y lo que podemos aprender de sus vidas.

A. Josué: El esfuerzo en la continuidad del propósito

Texto clave: Josué 1:6
“Esfuérzate y sé valiente, porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.”

Josué recibió un llamado difícil: reemplazar a Moisés. Pocos encargos podrían haber sido más intimidantes. Sin embargo, su esfuerzo no se basó en su experiencia, sino en la promesa de que Dios estaría con él.

Josué fue un hombre esforzado porque no permitió que el miedo lo paralizara. Avanzó con determinación, guiando al pueblo hacia la conquista de la tierra prometida, enfrentando enemigos poderosos, tomando decisiones difíciles y manteniéndose fiel a la Palabra.

Lección: El hombre esforzado continúa el propósito de Dios, aunque los líderes cambien, aunque el terreno parezca hostil, aunque no entienda todo.

B. Nehemías: El esfuerzo en la reconstrucción

Texto clave: Nehemías 2:18
“Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí… Y dijeron: ¡Levantémonos y edifiquemos! Así esforzaron sus manos para bien.”

Nehemías no era sacerdote ni profeta, sino un copero, un funcionario. Pero su corazón estaba comprometido con la obra de Dios. Cuando supo que los muros de Jerusalén estaban destruidos, decidió actuar. No se quejó, no criticó: se esforzó en reconstruir.

Enfrentó oposición interna (desánimo, traición) y externa (enemigos como Tobías y Sanbalat). Aun así, trabajó día y noche, oró, planificó, delegó y motivó a otros a esforzarse también.

Lección: El hombre esforzado no espera a que otros hagan el trabajo; él da el primer paso, incluso cuando las circunstancias son adversas. Su esfuerzo impacta a su entorno.

C. David: El esfuerzo del que lucha desde el anonimato

Texto clave: 1 Samuel 17:37
“Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo.”

Antes de ser rey, David fue un pastor. Y en el anonimato del campo se formó su carácter. Allí aprendió a esforzarse enfrentando desafíos que nadie vio, como osos y leones. Por eso, cuando apareció Goliat, David no temió. Ya sabía lo que era confiar en Dios y luchar con esfuerzo.

Incluso después de ser ungido rey, David tuvo que huir, esconderse en cuevas y vivir injusticias. Pero su esfuerzo no decayó, porque entendía que el propósito de Dios requería perseverancia.

Lección: El hombre esforzado se forma en lo oculto. Su esfuerzo no depende de que lo vean, sino de su compromiso con Dios.

D. Pablo: El esfuerzo que no cesa

Texto clave: 2 Corintios 11:23-28
“¿Son ministros de Cristo? (como si estuviera loco hablo) yo más; en trabajos más abundante, en azotes sin número, en cárceles más, en peligros de muerte muchas veces…”

Pablo no vivió una vida cómoda. Fue perseguido, golpeado, encarcelado, rechazado… y aun así, escribió gran parte del Nuevo Testamento, fundó iglesias por todo el mundo conocido y formó a líderes espirituales. ¿Cómo lo logró? Porque era un hombre esforzado que no se detenía ante ninguna dificultad.

Él mismo escribió: “Prosigo a la meta” (Filipenses 3:14). Su vida fue una carrera constante hacia el llamado de Dios.

Lección: El esfuerzo no es un acto de un día, sino una carrera continua. El hombre esforzado se levanta una y otra vez, aunque caiga, porque su mirada está puesta en lo eterno.

Reflexión y aplicación práctica:

Los ejemplos bíblicos nos muestran que el esfuerzo no es una cualidad excepcional reservada para unos pocos, sino una decisión diaria que hombres comunes pueden tomar cuando confían en un Dios extraordinario.
¿Estás construyendo algo como Nehemías? ¿Enfrentando gigantes como David? ¿Caminando en promesas como Josué? ¿Luchando contra el desánimo como Pablo? Entonces necesitas renovar tu fuerza hoy.
Recuerda: el Dios que llamó a estos hombres sigue llamando hoy a hombres dispuestos a esforzarse.

3. El esfuerzo en medio de la oposición

Texto clave: Santiago 1:12
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.”

El esfuerzo verdadero se pone a prueba cuando hay oposición. No se necesita mucho valor para perseverar cuando todo va bien. El carácter del hombre esforzado se revela cuando enfrenta resistencia, críticas, traiciones, escasez o desánimo. Es ahí donde muchos abandonan, pero también donde los valientes se distinguen.

En esta sección veremos cómo la oposición es parte del proceso de Dios para formar hombres fuertes, íntegros y resistentes.

A. La oposición externa: enemigos visibles

Cada vez que alguien se dispone a obedecer a Dios y avanzar en Su propósito, inevitablemente enfrentará oposición externa. Así le ocurrió a Nehemías con Sanbalat y Tobías, a Moisés con Faraón, y a David con Saúl. No podemos evitar la oposición, pero sí podemos decidir cómo reaccionar a ella.

Ejemplo: Nehemías enfrentó burla, amenazas y ataques. Su respuesta no fue abandonar, sino redoblar su esfuerzo y fortalecer su dependencia de Dios. En Nehemías 4:17 se nos dice que los trabajadores construían con una mano y con la otra empuñaban la espada. Esto simboliza la dualidad del hombre esforzado: trabaja y pelea al mismo tiempo.

Aplicación: Cuando enfrentes oposición por tu fe, tu familia o tu llamado, recuerda que no estás solo. La oposición es la confirmación de que estás en el camino correcto. No te detengas.

B. La oposición interna: dudas, cansancio y miedo

No toda oposición viene de afuera. Muchas veces, la lucha más difícil está dentro de nosotros. El temor al fracaso, la inseguridad, la culpa por errores pasados o la falta de confianza en nuestras capacidades nos debilitan más que cualquier enemigo externo.

Ejemplo: Gedeón fue llamado “varón esforzado y valiente” por el ángel del Señor (Jueces 6:12), pero su respuesta fue de duda: “¿Con qué salvaré yo a Israel? Mi familia es pobre, y yo el menor en la casa de mi padre” (v. 15). Aun así, Dios no lo desechó. Lo preparó, lo formó y lo transformó en un líder poderoso.

Aplicación: El esfuerzo también significa luchar contra tus pensamientos, resistir el desaliento, volver a levantarte cuando te caes, y recordar que tu identidad no está en tu pasado, sino en lo que Dios dice de ti. El hombre esforzado no es el que no siente miedo, sino el que actúa a pesar del miedo.

C. El esfuerzo produce frutos duraderos

La oposición tiene un propósito en el proceso de formación. Es el crisol donde el carácter se templa, donde la fe se purifica, y donde el hombre común se transforma en un instrumento útil para Dios.

Pablo lo resumió en Romanos 5:3-4:
“Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”
Este es el camino del hombre esforzado: no rehúye la prueba, la atraviesa sabiendo que saldrá fortalecido.

Reflexión y aplicación práctica:

Muchos hombres han dejado de luchar porque pensaron que la oposición era señal de que Dios no estaba con ellos. Pero es todo lo contrario. Jesús mismo dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
El hombre esforzado no se define por la ausencia de batallas, sino por su determinación de seguir adelante cuando todos los demás retroceden.
¿Estás dispuesto a seguir esforzándote, incluso cuando la oposición te rodee por dentro y por fuera?

4. La promesa de Dios al hombre esforzado

Texto clave: Isaías 41:10
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

Dios no llama al hombre a esforzarse y luego lo deja solo. Al contrario, el esfuerzo que Dios pide viene acompañado de promesas firmes, eternas y personales. A lo largo de la Escritura, vemos cómo el Señor respalda a los que se esfuerzan por obedecerle, caminar en fe y mantenerse firmes en medio de la dificultad.

A. Dios promete su presencia continua

El primer aliento que recibe Josué cuando es comisionado es este:
“No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” (Josué 1:9)

Esta no es una promesa general o vaga. Es un compañerismo divino, una garantía de que en cada batalla, en cada paso difícil, el Dios Todopoderoso va con nosotros.

El hombre esforzado no se sostiene por su energía, sino por la certeza de que no está solo. La presencia de Dios es su combustible, su escudo, su descanso y su dirección.

B. Dios fortalece a los que se esfuerzan

Isaías 40:29-31 lo expresa con claridad:

“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas… Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas…”

Aquí vemos algo poderoso: el esfuerzo no se agota cuando proviene de Dios. El Señor no solo pide esfuerzo, también lo renueva y lo sostiene. Cuando nuestras fuerzas humanas se terminan, entra en acción la fuerza sobrenatural del Espíritu.

Ejemplo: Elías, después de un momento de gran victoria espiritual, cayó en agotamiento emocional. Quiso morir. Pero Dios no lo reprendió, sino que lo alimentó, le permitió descansar y lo fortaleció para seguir adelante (1 Reyes 19).
Aplicación: Cuando te sientas sin fuerzas, no abandones el esfuerzo; acude a Dios, y Él renovará tu interior.

C. Dios recompensa el esfuerzo fiel

Hebreos 6:10 dice:
“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre…”

El esfuerzo no siempre es reconocido por los hombres, pero Dios nunca lo pasa por alto. Cada sacrificio, cada decisión valiente, cada acto de obediencia, aunque nadie lo vea, es anotado y recompensado por el cielo.

Jesús también lo afirmó en Mateo 6:6, hablando de la oración secreta: “tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”

Ejemplo: José, vendido por sus hermanos, calumniado por la esposa de Potifar y olvidado en la cárcel, siguió esforzándose por ser íntegro. Al final, Dios lo levantó como gobernador de Egipto.
Aplicación: Quizá hoy estás sembrando con lágrimas, pero si no dejas de esforzarte, cosecharás con alegría. Dios honra al hombre que persevera.

D. Dios otorga victoria al final del camino

2 Timoteo 4:7-8
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia…”

Estas palabras de Pablo reflejan el clímax del esfuerzo cristiano: la recompensa eterna. No hay mayor motivación para esforzarnos que saber que un día estaremos delante de nuestro Señor, y que Él mismo nos entregará una corona, no por nuestra perfección, sino por nuestra perseverancia.

La vida del hombre esforzado no termina en la derrota, sino en la gloria. Aunque haya luchado, llorado, sido traicionado o incomprendido, su historia culmina con el abrazo del Padre y la palabra gloriosa: “Bien, buen siervo y fiel.”

Reflexión y aplicación práctica:

Dios no es un amo severo que exige sin dar. Es un Padre bueno que sostiene, acompaña, fortalece y premia.
Si hoy estás luchando, si el camino te pesa, recuerda que hay promesas que te sostienen. No se trata solo de cuánto puedas tú hacer, sino de cuánto está dispuesto Dios a hacer contigo si te esfuerzas con fe.

El hombre esforzado no corre por una medalla terrenal, sino por una recompensa eterna. Vale la pena seguir adelante.

5. Aplicación práctica: cómo ser un hombre esforzado hoy

Texto clave: 1 Corintios 15:58
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”

Después de ver lo que significa ser un hombre esforzado, estudiar ejemplos bíblicos, y entender que el esfuerzo muchas veces se da en medio de la oposición y está respaldado por grandes promesas, ahora llega el momento de traerlo al presente.
¿Cómo podemos vivir hoy como hombres esforzados, en un mundo que impulsa la comodidad, la mediocridad y el egoísmo?

Aquí te comparto cinco áreas concretas donde el hombre cristiano puede (y debe) ejercitarse en el esfuerzo.

A. Esfuérzate en tu relación con Dios

El primer campo donde se pone a prueba tu esfuerzo es en tu vida espiritual.
Leer la Biblia, orar, congregarte, buscar a Dios de madrugada, apartarte del pecado y crecer en santidad requiere constancia, disciplina y carácter. No se trata de emoción, sino de decisión.

Ejemplo práctico: Levantarte temprano a orar cuando todo tu cuerpo quiere dormir es un acto de esfuerzo espiritual. Apagar el celular para leer la Palabra en lugar de deslizar redes sociales también lo es.
Consejo: Establece rutinas espirituales. Sé constante, aunque no veas resultados inmediatos. La raíz crece en silencio antes de que el árbol se vea por fuera.

B. Esfuérzate por ser un esposo y padre ejemplar

En una época donde muchos hombres abandonan a sus familias, esforzarse por ser presente, amoroso, responsable y espiritual en el hogar es un acto de guerra.
No basta con proveer materialmente. Un hombre esforzado guía en la fe, escucha, abraza, corrige y modela integridad.

Ejemplo práctico: Orar con tus hijos aunque estés cansado. Pedir perdón cuando te equivocas. Apagar la televisión para hablar con tu esposa. Son pequeñas decisiones que marcan la diferencia.

Consejo: Recuerda que el esfuerzo familiar es siembra a largo plazo. Estás invirtiendo en generaciones.

C. Esfuérzate en tu trabajo con integridad

El hombre esforzado no es el que más trabaja, sino el que trabaja con honestidad, excelencia y propósito.
El creyente debe ser el mejor en su área no por orgullo, sino porque todo lo que hace es para el Señor (Colosenses 3:23).

Ejemplo práctico: Llegar puntual, no robar tiempo ni recursos, no hablar mal de otros, y dar lo mejor, incluso cuando no hay reconocimiento.

Consejo: Sé luz en tu empresa o negocio. Que tu esfuerzo sea un testimonio constante del Dios que habita en ti.

D. Esfuérzate por discipular y servir en la iglesia

Un hombre esforzado no es un espectador espiritual. Se involucra, se compromete, se da.
La iglesia no es solo un lugar para recibir, sino un campo para servir.

Ejemplo práctico: Prepararte para enseñar, visitar a un hermano enfermo, participar en un ministerio, o simplemente ayudar con lo que se necesite.
Consejo: No esperes que te llamen para servir. Preséntate voluntario. El que se esfuerza en lo poco, Dios lo pone en lo mucho.

E. Esfuérzate por mantenerte firme en la fe

Los días son malos, la cultura está contra los principios bíblicos, y cada vez será más difícil ser cristiano sin enfrentar oposición.
Por eso hoy más que nunca necesitamos hombres que se esfuercen por mantenerse firmes, fieles y llenos del Espíritu.

Ejemplo práctico: Defender la verdad con amor, negarte a participar en pecados sociales, no ceder ante las presiones del mundo, y vivir con convicciones claras.

Consejo: Rodéate de otros hombres que también estén comprometidos con el esfuerzo espiritual. El hierro con hierro se aguza.

Reflexión final:

Ser un hombre esforzado no es una meta alcanzable en un solo día, es una forma de vida. Se trata de un compromiso diario, consciente y constante. Es levantarte cuando caes. Es continuar cuando todos se rinden. Es obedecer aunque no entiendas.
Y sobre todo, es vivir sabiendo que no lo haces solo: Dios está contigo.

Hoy, tú puedes tomar la decisión de ser uno de esos hombres que no se conforman con vivir en piloto automático. Puedes decidir honrar a Dios con esfuerzo, valentía y fidelidad.

Conclusión

Texto clave: 2 Crónicas 15:7
“Pero vosotros, esforzaos, y no desfallezcan vuestras manos, porque hay recompensa para vuestra obra.”

Dios sigue buscando hombres esforzados. No hombres perfectos, no hombres sin errores, sino hombres dispuestos. Hombres que se levanten cada mañana con el deseo sincero de hacer la voluntad de Dios, aunque cueste. Hombres que amen a sus familias con dedicación. Hombres que se mantengan firmes en su fe, aunque el mundo los tache de anticuados o extremistas. Hombres que sigan sirviendo, dando, creyendo y perseverando.

Ser un hombre esforzado es, en esencia, seguir los pasos de Cristo, quien no retrocedió ante el sufrimiento, quien obedeció hasta la muerte, y quien se entregó por amor a otros.
Él fue y es el modelo supremo de esfuerzo y entrega.

Al mirar atrás, no queremos ser recordados por lo que tuvimos, sino por quiénes fuimos en Cristo. Y si somos hombres esforzados, si caminamos con fidelidad y firmeza, dejaremos un legado eterno en nuestra familia, nuestra iglesia y nuestra generación.

Tal vez el camino sea duro, pero la meta es gloriosa. Tal vez hoy siembras con esfuerzo y dolor, pero mañana cosecharás con gozo y recompensa. Vale la pena. Dios no es injusto para olvidar el trabajo de tus manos.

Hoy es el día para tomar una decisión:
¿Serás uno más en la multitud o serás un hombre esforzado que hace temblar al infierno y glorifica a Dios con su vida?

Oración final

Señor Dios Todopoderoso,
Gracias por mostrarnos, a través de Tu Palabra, que no nos llamaste a vivir una vida cómoda, sino una vida con propósito, con valentía y esfuerzo.

Hoy vengo delante de Ti y te pido, Señor, que me hagas un hombre esforzado. Ayúdame a vencer el desánimo, la pasividad y el miedo. Fortalece mis manos, renueva mi corazón, despierta en mí un fuego que no se apague, una determinación que no se rinda y una fe que no retroceda.

Quiero esforzarme en buscarte cada día, en amar a mi familia como Tú me has amado, en servir a Tu iglesia con pasión y en caminar en integridad en cada área de mi vida.

Cuando venga la oposición, recuérdame que Tú estás conmigo. Cuando me falten las fuerzas, sé Tú mi sustento. Y cuando llegue el final de mi carrera, que pueda decir con gozo: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Gracias por Tu presencia, por Tu promesa, y por el llamado alto y santo de ser un hombre esforzado para Tu gloria.

En el nombre poderoso de Jesús,
Amén.

Alejandro Rodriguez

Mi nombre es Alejandro Rodríguez y soy un hombre profundamente devoto a Dios. Desde que tengo memoria, siempre he sentido una presencia en mi vida, pero no fue hasta un momento muy particular que esa presencia se convirtió en el centro de todo lo que soy y hago.Soy el orgulloso padre de tres maravillosos hijos: Daniel, Pablo y María. Cada uno de ellos ha sido una bendición en mi vida, y a través de ellos, he aprendido el verdadero significado de la fe y la responsabilidad. Ahora también tengo el privilegio de ser abuelo de dos nietos, Miguel y Santiago, quienes llenan mi corazón de alegría y esperanza para el futuro.La historia de mi devoción a Dios comenzó en un momento oscuro de mi vida. Cuando tenía 35 años, pasé por una experiencia que lo cambió todo. Sufrí un accidente automovilístico muy grave, uno que, según los médicos, era casi imposible de sobrevivir. Recuerdo haber estado atrapado entre los hierros del coche, sintiendo que el final estaba cerca. En ese instante, mientras luchaba por respirar, una paz indescriptible me envolvió. Sentí una mano invisible que me sostenía y una voz en lo más profundo de mi ser que me decía: "No es tu hora, aún tienes una misión por cumplir".Sobreviví al accidente contra todo pronóstico médico, y esa experiencia me llevó a reevaluar mi vida y a buscar más profundamente el propósito que Dios tenía para mí. Me di cuenta de que había estado viviendo sin una dirección clara, enfocado en lo material y lo inmediato, pero ese encuentro con lo divino me mostró que había algo mucho más grande que yo debía hacer.Así nació Sermones Cristianos, un sitio web que fundé con el único propósito de difundir el mensaje de Dios a todo el mundo. Creé este espacio para que cualquiera, en cualquier lugar, pudiera acceder a la palabra de Dios y encontrar consuelo, guía y esperanza en sus momentos más difíciles, tal como yo lo hice. Mi misión es llevar el amor y el consuelo de Dios a aquellos que lo necesitan, a través de sermones inspiradores y mensajes de fe.Cada día, al despertar, agradezco a Dios por la nueva oportunidad de servirle. Mi vida ha sido un testimonio de la gracia y el poder de Dios, y mi mayor anhelo es compartir esa experiencia con los demás, para que también puedan sentir su presencia en sus vidas.

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