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Bosquejo: La Pascua

Texto base: Éxodo 12:13

“Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros…”

1. Introducción: ¿Qué es la Pascua y por qué es importante?

La Pascua es una de las celebraciones más importantes de la historia bíblica, tanto para el pueblo judío como para los cristianos. Su origen se remonta al Éxodo, cuando Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Fue una noche marcada por el juicio sobre los egipcios y la protección divina sobre los israelitas, quienes obedecieron las instrucciones de Dios marcando los dinteles de sus casas con la sangre del cordero.

Sin embargo, la Pascua no solo conmemora una liberación física, sino que apunta proféticamente a la obra redentora de Jesucristo. El apóstol Pablo lo dijo claramente: “Cristo, nuestra Pascua, fue sacrificado por nosotros” (1 Corintios 5:7).

Por tanto, la Pascua no es solo un evento del pasado, sino una imagen viva del Evangelio. Representa la sangre que nos protege, la libertad que nos es otorgada y la salvación que nos transforma.

Reflexión:
¿Ves la Pascua solo como una historia antigua o como una revelación actual del amor redentor de Dios?

Aplicación práctica:
Cada vez que recordamos la Pascua, debemos hacerlo con una gratitud profunda. Es un llamado a salir de la esclavitud espiritual, a confiar en la sangre del Cordero y a vivir bajo el poder de la libertad que Cristo nos ha dado. Celebra la Pascua con reverencia y gozo, sabiendo que tú también has sido rescatado.

2. El trasfondo de la Pascua: Esclavitud, juicio y promesa

Texto: Éxodo 1–12 (contexto general)

El pueblo de Israel había estado esclavizado en Egipto por más de 400 años. Oprimido, maltratado, sin esperanza. Clamaron a Dios y Él escuchó su clamor. Levantó a Moisés como libertador, y con señales y maravillas confrontó el poder de Faraón.

Las diez plagas fueron juicios progresivos de Dios sobre Egipto, mostrando Su poder y quebrando la resistencia del faraón. La última plaga fue la más severa: la muerte de los primogénitos. Pero antes de ejecutarla, Dios dio instrucciones claras a Su pueblo: debían sacrificar un cordero, colocar su sangre en los postes de sus casas y comer la carne apresuradamente.

Este evento marcó el comienzo de la Pascua: Dios pasó por alto (pesaj) a las casas marcadas con sangre. La sangre fue señal de obediencia y cobertura. Las familias obedientes fueron libradas de la muerte.

Reflexión:
¿Te has detenido a pensar cuán poderoso es el acto de obedecer a Dios aun cuando no se entiende todo?

Aplicación práctica:
Dios no busca sacrificios vacíos, sino corazones obedientes. El pueblo fue librado por fe y obediencia, no por mérito. Hoy, el principio es el mismo: la sangre de Cristo cubre a quienes creen y obedecen. No minimices el poder de obedecer lo que Dios dice, aunque no lo entiendas completamente.

3. El Cordero de la Pascua: Imagen profética de Cristo

Texto: Éxodo 12:5–6, Juan 1:29, 1 Corintios 5:7

El cordero pascual debía ser sin mancha, macho de un año, sin defecto alguno. Era elegido con anticipación, observado por días, y finalmente sacrificado. Su sangre era el elemento clave: sin ella no había protección.

Este cordero era una figura profética de Jesús. Juan el Bautista lo confirmó al ver a Jesús y decir: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Jesús fue sin pecado, observado públicamente, rechazado injustamente, y finalmente crucificado. Su sangre, derramada en la cruz, es nuestra señal de redención.

El cordero no hizo nada para merecer la muerte, pero fue entregado por el bien del pueblo. Así también Jesús murió por nosotros, siendo inocente. La Pascua nos recuerda que la salvación siempre cuesta sangre, y que solo la sangre de Cristo tiene poder para salvar eternamente.

Reflexión:
¿Has confiado personalmente en la sangre del Cordero? ¿O todavía buscas justificación en tus propios esfuerzos?

Aplicación práctica:
Deja de intentar ganar tu salvación. Cree, recibe y descansa en la sangre de Jesús. Cada vez que tomas la Santa Cena, estás recordando la Pascua perfecta cumplida en Cristo. Vive como alguien redimido por sangre: con humildad, obediencia y profunda gratitud.

4. La salida de Egipto: Libertad por el poder de Dios

Texto: Éxodo 12:31–42

Después de la noche de juicio, Faraón finalmente cedió. Permitió la salida de Israel. La Pascua no solo fue una noche de protección, sino también el inicio de un nuevo camino: la libertad.

Dios no solo quiere cubrirnos del juicio, quiere sacarnos de la esclavitud. Egipto representa el mundo, el pecado, la opresión espiritual. La Pascua marca el punto de partida de una vida nueva.

La salida fue apresurada, con pan sin levadura, lo cual también es simbólico: la levadura representa pecado, y salir apresuradamente implica dejar atrás toda contaminación del pasado. Dios no solo cambia tu estado, también quiere cambiar tu estilo de vida.

Reflexión:
¿Has salido de Egipto, o solo has sido cubierto por la sangre sin abandonar tu esclavitud espiritual?

Aplicación práctica:
La Pascua es una invitación a vivir en libertad. No te conformes con estar “perdonado” si sigues atado. El mismo Dios que te cubrió, también te llama a caminar hacia una vida de plenitud. Deja Egipto. Deja la vieja vida. Hay una tierra prometida para ti.

5. La Pascua en el Nuevo Testamento: Jesús, nuestra Pascua

Texto: Lucas 22:14–20, 1 Corintios 11:23–26

Jesús celebró la Pascua con sus discípulos la noche antes de su crucifixión. Pero en lugar de simplemente recordar el Éxodo, Él redefinió la cena pascual. Tomó el pan y dijo: “Esto es mi cuerpo”. Tomó la copa y dijo: “Esta es mi sangre del nuevo pacto.”

Con esas palabras, Jesús instituyó la Santa Cena y reveló que Él era el cumplimiento de la Pascua. Ya no se trataba del cordero de Egipto, sino del Cordero de Dios. Ya no se necesitaba una liberación política, sino una redención eterna.

Cada vez que celebramos la Santa Cena, estamos recordando la Pascua cumplida en Jesús. Es una conmemoración, una declaración de fe y una anticipación del banquete eterno que tendremos con Él.

Reflexión:
¿Participas de la Cena del Señor con la conciencia de lo que representa? ¿O es solo un ritual más?

Aplicación práctica:
Valora la Cena del Señor como algo sagrado. Prepárate espiritualmente. Examina tu corazón. Recíbela con reverencia y fe. Es un acto pascual por excelencia: recordar que fuimos salvados por el Cordero perfecto.

6. El llamado a vivir en santidad: Pan sin levadura

Texto: Éxodo 12:15, 1 Corintios 5:6–8

Durante la Pascua, Dios ordenó que no se comiera pan con levadura. La levadura simboliza el pecado, la corrupción. Por eso, Pablo en el Nuevo Testamento enseña que si Cristo es nuestra Pascua, debemos vivir como panes sin levadura, es decir, con pureza y sinceridad.

La salvación no es una licencia para vivir como queramos. La sangre del Cordero nos limpia, pero también nos llama a vivir como santos. No es legalismo, es gratitud. El que fue perdonado, ahora vive para agradar a quien lo rescató.

La levadura puede ser pequeña, pero afecta toda la masa. Así es el pecado en la vida del creyente. Dios quiere un pueblo consagrado, no perfecto, pero sí comprometido con su santidad.

Reflexión:
¿Has dejado la “levadura” atrás? ¿Hay áreas de tu vida que necesitan ser purificadas?

Aplicación práctica:
Haz limpieza espiritual. Examina tus pensamientos, tus relaciones, tus hábitos. Pide al Espíritu Santo que te revele qué debe salir de tu “casa”. Vive como alguien que ha sido apartado por Dios para Dios.

7. La Pascua y la esperanza futura: Una eternidad con el Cordero

Texto: Apocalipsis 5:9–13

La historia de la Pascua no termina en el Éxodo ni en la cruz. Apunta a una eternidad donde todos los redimidos adorarán al Cordero que fue inmolado. Juan lo vio en el cielo: un Cordero como inmolado, recibiendo honra, gloria y poder.

La Pascua nos da esperanza futura. No solo fuimos perdonados, sino que tenemos una herencia incorruptible. Un día veremos al Cordero cara a cara. Y nuestro cántico será eterno: “Digno es el Cordero que fue inmolado.”

El juicio pasó, la sangre fue suficiente, la redención fue cumplida… y la historia terminará en adoración. Esa es la verdadera celebración de la Pascua celestial.

Reflexión:
¿Estás viviendo con la mirada en lo eterno? ¿O te has olvidado del Cordero inmolado?

Aplicación práctica:
Vive con esperanza. Aun en pruebas, recuerda que fuiste redimido. El Cordero reina y tú le perteneces. Anhela ese día en que lo verás. Vive preparándote para ese banquete eterno, donde la Pascua se celebrará sin fin.

Conclusión: La Pascua sigue viva

La Pascua no es un evento del pasado. Es una revelación eterna del carácter de Dios: justo, fiel, poderoso y amoroso. Es la historia de un pueblo esclavizado, de un Cordero inmolado, de una sangre que protege, de una salida gloriosa y de una esperanza eterna.

Jesús es nuestra Pascua. Su sangre nos cubre, su muerte nos libera, su vida nos sostiene, y su regreso es nuestra esperanza.

Oración final

Padre celestial,
Gracias por el Cordero inmolado.
Gracias por la sangre que me cubre y me da vida.
Gracias por sacarme de Egipto, por abrir el mar y guiarme hacia la promesa.
Ayúdame a vivir sin levadura, con santidad y gratitud.
Que cada día sea una celebración de la Pascua cumplida en Cristo.
Y que nunca olvide que fui comprado por sangre.
Te adoro, Cordero de Dios. Amén.

Alejandro Rodriguez

Mi nombre es Alejandro Rodríguez y soy un hombre profundamente devoto a Dios. Desde que tengo memoria, siempre he sentido una presencia en mi vida, pero no fue hasta un momento muy particular que esa presencia se convirtió en el centro de todo lo que soy y hago.Soy el orgulloso padre de tres maravillosos hijos: Daniel, Pablo y María. Cada uno de ellos ha sido una bendición en mi vida, y a través de ellos, he aprendido el verdadero significado de la fe y la responsabilidad. Ahora también tengo el privilegio de ser abuelo de dos nietos, Miguel y Santiago, quienes llenan mi corazón de alegría y esperanza para el futuro.La historia de mi devoción a Dios comenzó en un momento oscuro de mi vida. Cuando tenía 35 años, pasé por una experiencia que lo cambió todo. Sufrí un accidente automovilístico muy grave, uno que, según los médicos, era casi imposible de sobrevivir. Recuerdo haber estado atrapado entre los hierros del coche, sintiendo que el final estaba cerca. En ese instante, mientras luchaba por respirar, una paz indescriptible me envolvió. Sentí una mano invisible que me sostenía y una voz en lo más profundo de mi ser que me decía: "No es tu hora, aún tienes una misión por cumplir".Sobreviví al accidente contra todo pronóstico médico, y esa experiencia me llevó a reevaluar mi vida y a buscar más profundamente el propósito que Dios tenía para mí. Me di cuenta de que había estado viviendo sin una dirección clara, enfocado en lo material y lo inmediato, pero ese encuentro con lo divino me mostró que había algo mucho más grande que yo debía hacer.Así nació Sermones Cristianos, un sitio web que fundé con el único propósito de difundir el mensaje de Dios a todo el mundo. Creé este espacio para que cualquiera, en cualquier lugar, pudiera acceder a la palabra de Dios y encontrar consuelo, guía y esperanza en sus momentos más difíciles, tal como yo lo hice. Mi misión es llevar el amor y el consuelo de Dios a aquellos que lo necesitan, a través de sermones inspiradores y mensajes de fe.Cada día, al despertar, agradezco a Dios por la nueva oportunidad de servirle. Mi vida ha sido un testimonio de la gracia y el poder de Dios, y mi mayor anhelo es compartir esa experiencia con los demás, para que también puedan sentir su presencia en sus vidas.

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