Texto base: Efesios 5:11
“Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas.”
Introducción
El apóstol Pablo, en su carta a los Efesios, exhorta a los creyentes a vivir de una manera que refleje su transformación en Cristo. En un contexto de creciente inmoralidad y tentaciones, la iglesia de Éfeso enfrentaba desafíos muy similares a los que los cristianos enfrentamos hoy. El mandato de “no participar en las obras de las tinieblas” sigue siendo relevante, ya que vivimos en un mundo donde el mal sigue prosperando en diversas formas. Pablo no solo advierte sobre el peligro de las tinieblas, sino que además ofrece una estrategia clara: no basta con evitarlas, sino que debemos denunciarlas y exponerlas.
I. ¿Qué son las obras de las tinieblas?
Antes de poder obedecer el mandato de no participar en las obras de las tinieblas, es necesario comprender qué significa este término. La palabra “tinieblas” en la Biblia a menudo se refiere a la ausencia de la luz de Dios, representando el pecado, la ignorancia y la maldad.
1. Las tinieblas son símbolo del pecado
La Escritura utiliza las “tinieblas” como una metáfora del pecado y la separación de Dios. En Juan 3:19, Jesús enseña que “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” Esto subraya que el pecado prospera en la oscuridad, en la falta de discernimiento y en la ausencia de la verdad.
Ejemplos de las obras de las tinieblas en la Biblia:
- Inmoralidad sexual: En Romanos 13:12-14, Pablo hace un llamado a “vestirse del Señor Jesucristo” y “no proveer para los deseos de la carne”.
- Idolatría: En 1 Corintios 10:20-21, Pablo advierte que participar en la idolatría es tener comunión con los demonios, lo cual es una forma clara de las tinieblas.
- Mentira: En Juan 8:44, Jesús enseña que Satanás es el “padre de la mentira”, lo que implica que todo acto de engaño proviene de las tinieblas.
2. La esclavitud del pecado
Las obras de las tinieblas no solo son actos individuales de pecado, sino que también representan una vida esclavizada por la maldad. Efesios 2:1-3 describe la condición de los no creyentes como “muertos en delitos y pecados”, viviendo bajo la influencia de “el príncipe de la potestad del aire”, que es Satanás. La participación en las obras de las tinieblas, por tanto, es una participación activa en la rebelión contra Dios y la esclavitud espiritual.
3. La influencia de las tinieblas en la sociedad
El pecado no solo afecta a las personas individualmente, sino que también corrompe a las sociedades. La idolatría, la corrupción, la injusticia social, el abuso de poder y las guerras son ejemplos de cómo las tinieblas impregnan las estructuras sociales. El cristiano está llamado a no ser cómplice de estas prácticas, sino a ser luz y sal en medio de un mundo caído.
II. No participes en las obras de las tinieblas: Un llamado a la separación
1. La santidad es una separación del mal
Efesios 5:11 nos llama a no participar en las obras infructuosas de las tinieblas. Esto no solo implica una separación de actos específicos de pecado, sino también una separación en términos de estilo de vida. En 1 Pedro 1:16, se nos ordena: “Sed santos, porque yo soy santo”. La santidad es una separación radical del mal, no solo en acciones, sino en pensamientos, motivaciones y deseos.
- Ejemplo bíblico: José, en Génesis 39, es un ejemplo claro de alguien que rehúsa participar en las tinieblas cuando rechaza las proposiciones inmorales de la esposa de Potifar.
2. Un llamado a ser diferente
Romanos 12:2 nos exhorta a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente. El sistema del mundo está impregnado por las tinieblas, y el cristiano es llamado a ser distinto, a reflejar la luz de Cristo en medio de la oscuridad.
- ¿Cómo no participar en las obras de las tinieblas?
- No comprometerse con los valores del mundo: Los valores del mundo (orgullo, avaricia, inmoralidad, egoísmo) son contrarios a los valores del Reino de Dios.
- Discernimiento espiritual: En 1 Corintios 2:14-15, Pablo enseña que el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios. El creyente, por tanto, necesita discernir y evaluar constantemente lo que es de las tinieblas y lo que es de la luz.
3. Evitar las influencias corruptoras
El cristiano debe tener cuidado de no permitir que las influencias de las tinieblas entren en su vida. Esto incluye las influencias culturales, las amistades, el entretenimiento y cualquier otra cosa que promueva el pecado. En 1 Corintios 15:33, Pablo advierte: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.”
III. Más bien reprendedlas: El papel activo del creyente
1. La luz expone las tinieblas
En Efesios 5:13, Pablo dice: “mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo.” El llamado no es solo a evitar las tinieblas, sino a exponerlas. Esto no significa que el cristiano debe andar juzgando a los demás, sino que su vida debe ser un testimonio de la verdad que confronta el pecado.
2. Denunciar el pecado con amor
Reprender las obras de las tinieblas no es lo mismo que condenar a las personas. En Gálatas 6:1, Pablo instruye que si alguien es sorprendido en alguna falta, “vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre”. La denuncia del pecado debe hacerse con la intención de restaurar y guiar a la persona hacia la luz de Cristo.
3. Un testimonio público
Jesús, en el Sermón del Monte, llamó a sus seguidores a ser “la luz del mundo” (Mateo 5:14). Ser luz no es un acto privado; es una responsabilidad pública. Cuando los cristianos exponen las tinieblas, lo hacen a través de su testimonio de vida, proclamando la verdad de Cristo y viviendo en obediencia a sus mandamientos.
IV. El poder de la luz: El ejemplo de Cristo
1. Cristo, la luz del mundo
Jesús dijo en Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Cristo es el ejemplo perfecto de alguien que no participó en las tinieblas. Su vida fue un constante desafío a las obras del mal. En su sacrificio en la cruz, Él venció al pecado y las tinieblas, liberando a los creyentes de su esclavitud.
2. La luz de Cristo en nosotros
Los creyentes no pueden iluminar el mundo por su propia fuerza; necesitan la luz de Cristo reflejada en sus vidas. En Efesios 5:8, Pablo dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.” Esta transformación solo es posible por la obra del Espíritu Santo, quien nos capacita para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
Conclusión
El mandato de no participar en las obras de las tinieblas es una advertencia seria para todos los creyentes. El mundo está lleno de tentaciones, pero la luz de Cristo nos llama a una vida de santidad y separación del mal. No solo debemos evitar las tinieblas, sino que debemos ser agentes activos de luz, exponiendo el pecado y ofreciendo la esperanza de redención en Cristo. Como hijos de luz, tenemos el privilegio y la responsabilidad de reflejar a Cristo en todo lo que hacemos. Que nuestras vidas sean un faro de luz en medio de la oscuridad, guiando a otros hacia la verdad y la vida eterna en Jesús.