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Bosquejo: Que Nada te Detenga

Texto base: Filipenses 3:13-14
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

Introducción

El camino de la vida cristiana está lleno de desafíos y obstáculos. El apóstol Pablo, en Filipenses, nos recuerda que debemos enfocarnos en la meta y no permitir que nada nos detenga. Como creyentes, tenemos un llamado celestial, y este llamado requiere perseverancia, fe y determinación. Es fácil quedarnos estancados por el miedo, el pecado, o las circunstancias difíciles, pero la Palabra nos exhorta a “proseguir a la meta”.

En esta prédica, exploraremos cómo podemos evitar que las barreras en nuestra vida espiritual, emocional y física nos detengan en el camino hacia lo que Dios ha planeado para nosotros. A través de ejemplos bíblicos y principios espirituales, descubriremos cómo podemos levantarnos, perseverar y alcanzar la victoria en Cristo.

1. Olvida lo que queda atrás

Texto de apoyo: Isaías 43:18-19
“No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.”

Una de las principales barreras que nos impiden avanzar es el pasado. Cargamos con errores, fracasos y recuerdos dolorosos que nos atan e impiden caminar hacia la voluntad de Dios. El apóstol Pablo nos dice claramente que debemos olvidar lo que queda atrás. Esto no significa ignorar nuestras experiencias, sino aprender de ellas sin permitir que nos paralicen.

  • El perdón: Muchas veces, necesitamos perdonarnos a nosotros mismos y a los demás. Jesús enseñó que debemos perdonar “setenta veces siete” (Mateo 18:22). No podemos avanzar si el resentimiento nos consume.
  • Errores y fracasos: Todos hemos cometido errores, pero Dios los usa para enseñarnos y perfeccionarnos. Romanos 8:28 nos asegura que “todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios.”
  • Lo que Dios quiere hacer: Isaías 43 nos recuerda que Dios está haciendo algo nuevo. Si seguimos mirando hacia atrás, no veremos el camino que Dios está abriendo delante de nosotros.

El enemigo quiere que permanezcas anclado al pasado, pero Dios te llama a soltar todo peso innecesario (Hebreos 12:1). Deja atrás tus errores, tus dudas y tus temores. El futuro que Dios tiene para ti es más grande que tu pasado.

2. Supera los obstáculos con fe

Texto de apoyo: Marcos 11:23
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.”

En nuestro caminar cristiano, enfrentaremos montañas de dificultades: problemas financieros, enfermedades, relaciones rotas, o dudas internas. Sin embargo, Jesús nos enseña que la fe puede mover montañas.

  • Identifica tu montaña: El primer paso es reconocer qué obstáculos te están deteniendo. ¿Es el miedo? ¿Es una situación difícil? ¿Es la falta de recursos? Al identificarlo, puedes orar con dirección y propósito.
  • La fe como arma: La fe no es solo un sentimiento positivo; es la certeza de lo que no se ve (Hebreos 11:1). La fe toma las promesas de Dios y las aplica a nuestras circunstancias. Cuando crees en las promesas de Dios, tus obstáculos comienzan a perder poder.
  • Ora con confianza: Jesús dijo que debemos hablarle a la montaña. No es suficiente reconocer los problemas; debemos enfrentarlos con la autoridad de Cristo. A través de la oración, declaramos las promesas de Dios y derribamos las barreras que nos detienen.

La clave está en no depender de nuestras fuerzas, sino de la fuerza y fidelidad de Dios. Cuando crees que Dios puede hacer lo imposible, ningún obstáculo será demasiado grande.

3. Persevera hasta el final

Texto de apoyo: Hebreos 12:1-2
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.”

La vida cristiana no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. El apóstol Pablo comparó nuestra vida espiritual con una carrera en la que necesitamos perseverar.

  • La paciencia en el proceso: Muchas veces queremos respuestas rápidas y soluciones inmediatas. Sin embargo, Dios obra en su tiempo perfecto. Santiago 1:4 dice: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
  • Despojarnos del peso: El pecado y las distracciones pueden ralentizar nuestra carrera. Es crucial identificar aquello que nos aparta de Dios y deshacernos de ello. Un atleta no corre con cargas innecesarias.
  • Puestos los ojos en Jesús: Cuando fijamos nuestra mirada en Cristo, recibimos la fuerza para perseverar. Jesús es nuestro ejemplo perfecto de perseverancia. Aun en el dolor de la cruz, Él no se detuvo.

Perseverar significa no rendirse cuando el camino se vuelve difícil. Dios promete recompensa a aquellos que terminan la carrera con fidelidad. Gálatas 6:9 nos anima: “No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”

4. Confía en el poder y la guía de Dios

Texto de apoyo: Proverbios 3:5-6
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”

Una de las mayores razones por las que las personas se detienen en su caminar espiritual es la falta de confianza en Dios. Intentamos resolver las cosas con nuestras propias fuerzas y terminamos agotados y frustrados.

  • Depender de Dios: Proverbios nos enseña a no apoyarnos en nuestra propia prudencia. La sabiduría humana es limitada, pero Dios tiene el control de todo. Cuando dependemos de Él, podemos descansar en su fidelidad.
  • La dirección de Dios: A veces no avanzamos porque no sabemos qué hacer. Sin embargo, Dios promete guiarnos. Salmo 32:8 dice: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.”
  • El poder de Dios en tu debilidad: 2 Corintios 12:9 nos recuerda que el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Cuando te sientas incapaz, recuerda que Dios puede hacer mucho más allá de lo que imaginas (Efesios 3:20).

Confiar en Dios significa soltar el control y creer que Él está obrando a tu favor. Cuando te apoyas en Él, ningún obstáculo podrá detenerte.

5. Enfócate en la meta eterna

Texto de apoyo: 2 Corintios 4:17-18
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

El verdadero propósito de nuestra vida cristiana va más allá de los logros terrenales. Nuestra meta final es el premio eterno: estar en la presencia de Dios.

  • Una perspectiva eterna: Pablo nos enseña a no enfocarnos en las cosas temporales. Los problemas, sufrimientos y pruebas son pasajeros, pero nuestra recompensa en Cristo es eterna.
  • El galardón celestial: Jesús prometió en Juan 14:2 que ha ido a preparar un lugar para nosotros. Cuando recordamos la gloria que nos espera, podemos soportar cualquier dificultad con esperanza.
  • Vivir con propósito: Si vivimos con la meta eterna en mente, nuestras decisiones y prioridades cambiarán. Todo lo que hacemos debe glorificar a Dios y reflejar nuestra esperanza en Cristo.

Mantén tu mirada en la meta final. Nada en este mundo puede compararse con la recompensa que Dios tiene para ti.

Conclusión

Dios te ha dado un propósito y una meta. No permitas que tu pasado, los obstáculos, la falta de perseverancia o la falta de confianza en Dios te detengan. Filipenses 3:14 nos anima a “proseguir a la meta”.

Que hoy puedas tomar la decisión de olvidar lo que queda atrás, superar los obstáculos con fe, perseverar, confiar en Dios y enfocarte en la eternidad. Nada ni nadie puede detener a un hijo de Dios que confía en su poder y se mantiene firme en su propósito.

¡Levántate, avanza y no te detengas, porque el mejor aún está por venir!

Alejandro Rodriguez

Mi nombre es Alejandro Rodríguez y soy un hombre profundamente devoto a Dios. Desde que tengo memoria, siempre he sentido una presencia en mi vida, pero no fue hasta un momento muy particular que esa presencia se convirtió en el centro de todo lo que soy y hago. Soy el orgulloso padre de tres maravillosos hijos: Daniel, Pablo y María. Cada uno de ellos ha sido una bendición en mi vida, y a través de ellos, he aprendido el verdadero significado de la fe y la responsabilidad. Ahora también tengo el privilegio de ser abuelo de dos nietos, Miguel y Santiago, quienes llenan mi corazón de alegría y esperanza para el futuro. La historia de mi devoción a Dios comenzó en un momento oscuro de mi vida. Cuando tenía 35 años, pasé por una experiencia que lo cambió todo. Sufrí un accidente automovilístico muy grave, uno que, según los médicos, era casi imposible de sobrevivir. Recuerdo haber estado atrapado entre los hierros del coche, sintiendo que el final estaba cerca. En ese instante, mientras luchaba por respirar, una paz indescriptible me envolvió. Sentí una mano invisible que me sostenía y una voz en lo más profundo de mi ser que me decía: "No es tu hora, aún tienes una misión por cumplir". Sobreviví al accidente contra todo pronóstico médico, y esa experiencia me llevó a reevaluar mi vida y a buscar más profundamente el propósito que Dios tenía para mí. Me di cuenta de que había estado viviendo sin una dirección clara, enfocado en lo material y lo inmediato, pero ese encuentro con lo divino me mostró que había algo mucho más grande que yo debía hacer. Así nació Sermones Cristianos, un sitio web que fundé con el único propósito de difundir el mensaje de Dios a todo el mundo. Creé este espacio para que cualquiera, en cualquier lugar, pudiera acceder a la palabra de Dios y encontrar consuelo, guía y esperanza en sus momentos más difíciles, tal como yo lo hice. Mi misión es llevar el amor y el consuelo de Dios a aquellos que lo necesitan, a través de sermones inspiradores y mensajes de fe. Cada día, al despertar, agradezco a Dios por la nueva oportunidad de servirle. Mi vida ha sido un testimonio de la gracia y el poder de Dios, y mi mayor anhelo es compartir esa experiencia con los demás, para que también puedan sentir su presencia en sus vidas.

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