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Bosquejo: ¿Qué Quiere Dios de Mí?

Introducción

Uno de los mayores anhelos del corazón humano es entender cuál es su propósito en la vida. Desde tiempos inmemoriales, las personas se han preguntado: ¿qué quiere Dios de mí? Esta pregunta refleja no solo un deseo de cumplir con lo que se espera de nosotros, sino también la búsqueda de una relación más profunda y significativa con nuestro Creador. La Biblia, como la revelación de Dios a la humanidad, ofrece respuestas claras y profundas sobre lo que Dios desea de cada uno de nosotros. A lo largo de este estudio, exploraremos varias áreas clave para entender lo que Dios quiere de nosotros según las Escrituras.

I. Dios Quiere una Relación Personal Contigo

A. Amor y Comunión con Dios

Desde la creación del ser humano en el Jardín del Edén, vemos que Dios no creó al hombre simplemente para ser un siervo, sino para tener una relación cercana con él. Génesis 3:8 menciona cómo Dios caminaba en el jardín, y esta imagen nos muestra el deseo de Dios de comunión con el ser humano.

Versículo clave:

  • “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30).

Dios quiere que lo amemos con todo nuestro ser. Este amor no es meramente emocional, sino que involucra una devoción completa. Jesús lo reafirma como el mandamiento más importante, mostrando que, antes que cualquier obra o servicio, Dios desea nuestro amor y comunión.

B. Fe en Su Hijo, Jesucristo

En Juan 6:28-29, los discípulos preguntan qué obras deben hacer para cumplir la voluntad de Dios, y Jesús responde: “Esta es la obra de Dios: que creáis en el que él ha enviado”. La fe en Jesucristo es el fundamento de lo que Dios quiere de nosotros. No se trata solo de hacer buenas obras, sino de confiar en el sacrificio de Cristo como medio de reconciliación con Dios.

Versículo clave:

  • “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Dios quiere que pongamos nuestra confianza en Jesucristo como nuestro Salvador y Redentor, reconociendo que solo a través de Él podemos tener una relación restaurada con Dios.

II. Dios Quiere Que Vivamos en Santidad

A. Santidad Personal

Dios es santo, y espera que aquellos que se relacionan con Él también busquen la santidad. Esto no significa perfección instantánea, sino un crecimiento constante hacia la pureza y la justicia. En 1 Pedro 1:16, se nos recuerda: “Sed santos, porque yo soy santo”. La santidad no es opcional para los hijos de Dios; es una respuesta natural al amor y la gracia que hemos recibido.

Versículo clave:

  • “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).

La santidad es un proceso de transformación interior que afecta todas las áreas de nuestra vida. Dios quiere que nos apartemos del pecado y que vivamos conforme a sus mandamientos, no por obligación, sino como una expresión de gratitud por lo que ha hecho por nosotros.

B. Testimonio de Vida

Además de la santidad personal, Dios también quiere que nuestra vida sirva como testimonio de Su gracia y poder. Jesús nos llamó “la luz del mundo” (Mateo 5:14-16) y nos instó a que nuestras buenas obras glorificaran al Padre. Vivir en santidad no solo es una cuestión de crecimiento personal, sino también de influencia en el mundo.

Versículo clave:

  • “Sed luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14).

Cuando vivimos en santidad, mostramos al mundo el carácter de Dios y lo que significa seguir a Cristo. Nuestro estilo de vida puede atraer a otros hacia el Evangelio.

III. Dios Quiere Que Amemos a los Demás

A. Amar al Prójimo

El segundo mandamiento más importante, según Jesús, es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Dios no solo quiere que tengamos una relación con Él, sino también que vivamos en amor hacia los demás. Este amor incluye compasión, perdón, servicio y sacrificio por el bienestar de los demás.

Versículo clave:

  • “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).

Este mandamiento de amar a los demás es un reflejo directo del amor que hemos recibido de Dios. Así como Él nos ha amado sin condición, nos llama a amar a los demás de la misma manera.

B. Servicio y Misericordia

Parte de amar a los demás implica servir y mostrar misericordia a quienes están en necesidad. En Mateo 25:35-40, Jesús habla de cómo servir a los demás, especialmente a los más vulnerables, es lo mismo que servir a Dios. Dios quiere que vivamos una vida de servicio, mostrando el amor de Cristo a través de nuestras acciones.

Versículo clave:

  • “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis” (Mateo 25:35).

Cuando servimos a los demás, estamos cumpliendo uno de los deseos más profundos de Dios para nuestras vidas. Él quiere que seamos manos y pies de Su amor en un mundo necesitado.

IV. Dios Quiere Que Cumplamos Su Propósito en Nuestras Vidas

A. Descubrir y Seguir el Llamado de Dios

Dios tiene un propósito específico para cada uno de nosotros, y parte de lo que Él quiere es que descubramos ese propósito y lo sigamos con obediencia. En Jeremías 29:11, Dios promete: “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros… planes de bienestar y no de mal, para daros un futuro y una esperanza”. Cada creyente tiene dones y habilidades únicos, y Dios quiere que los usemos para Su gloria.

Versículo clave:

  • “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).

Dios tiene obras preparadas para cada uno de nosotros. A medida que caminamos en obediencia y dependencia de Él, descubrimos nuestro propósito y lo que Él quiere que hagamos en este mundo.

B. Ser Discípulos y Hacer Discípulos

Otra parte fundamental de lo que Dios quiere de nosotros es que seamos discípulos comprometidos y que, a su vez, hagamos discípulos. La Gran Comisión en Mateo 28:19-20 nos recuerda que una de nuestras principales responsabilidades como cristianos es compartir el Evangelio y hacer discípulos de todas las naciones.

Versículo clave:

  • “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).

Dios quiere que cada creyente participe activamente en la expansión de Su reino. Esto no solo implica predicar el Evangelio, sino también enseñar y discipular a otros en su fe.

V. Dios Quiere Que Perseveremos en Fe y Esperanza

A. Perseverancia en la Fe

Dios desea que mantengamos nuestra fe firme, incluso en tiempos difíciles. La vida cristiana no está exenta de pruebas y sufrimientos, pero Dios quiere que perseveremos y confiemos en Él en todo momento. En Hebreos 10:23 se nos exhorta a “mantener firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”.

Versículo clave:

  • “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo” (Isaías 41:10).

Dios promete estar con nosotros en cada paso de nuestra vida, fortaleciéndonos para que podamos perseverar en la fe.

B. Esperanza en la Vida Eterna

Finalmente, Dios quiere que vivamos con la esperanza de la vida eterna. Nuestra vida aquí en la tierra es temporal, pero Dios nos ha prometido una herencia eterna en los cielos. Esta esperanza debe motivarnos a vivir de manera fiel y diligente, sabiendo que nuestra recompensa está en el cielo.

Versículo clave:

  • “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20).

Conclusión

Dios quiere mucho más que simples actos externos de obediencia. Él busca una relación personal con cada uno de nosotros, una vida de santidad, amor y servicio hacia los demás, y que descubramos y cumplamos el propósito que ha diseñado para nosotros. Mientras perseveramos en la fe, podemos estar seguros de que Dios camina con nosotros, guiándonos en cada paso de nuestra vida.

Alejandro Rodriguez

Mi nombre es Alejandro Rodríguez y soy un hombre profundamente devoto a Dios. Desde que tengo memoria, siempre he sentido una presencia en mi vida, pero no fue hasta un momento muy particular que esa presencia se convirtió en el centro de todo lo que soy y hago. Soy el orgulloso padre de tres maravillosos hijos: Daniel, Pablo y María. Cada uno de ellos ha sido una bendición en mi vida, y a través de ellos, he aprendido el verdadero significado de la fe y la responsabilidad. Ahora también tengo el privilegio de ser abuelo de dos nietos, Miguel y Santiago, quienes llenan mi corazón de alegría y esperanza para el futuro. La historia de mi devoción a Dios comenzó en un momento oscuro de mi vida. Cuando tenía 35 años, pasé por una experiencia que lo cambió todo. Sufrí un accidente automovilístico muy grave, uno que, según los médicos, era casi imposible de sobrevivir. Recuerdo haber estado atrapado entre los hierros del coche, sintiendo que el final estaba cerca. En ese instante, mientras luchaba por respirar, una paz indescriptible me envolvió. Sentí una mano invisible que me sostenía y una voz en lo más profundo de mi ser que me decía: "No es tu hora, aún tienes una misión por cumplir". Sobreviví al accidente contra todo pronóstico médico, y esa experiencia me llevó a reevaluar mi vida y a buscar más profundamente el propósito que Dios tenía para mí. Me di cuenta de que había estado viviendo sin una dirección clara, enfocado en lo material y lo inmediato, pero ese encuentro con lo divino me mostró que había algo mucho más grande que yo debía hacer. Así nació Sermones Cristianos, un sitio web que fundé con el único propósito de difundir el mensaje de Dios a todo el mundo. Creé este espacio para que cualquiera, en cualquier lugar, pudiera acceder a la palabra de Dios y encontrar consuelo, guía y esperanza en sus momentos más difíciles, tal como yo lo hice. Mi misión es llevar el amor y el consuelo de Dios a aquellos que lo necesitan, a través de sermones inspiradores y mensajes de fe. Cada día, al despertar, agradezco a Dios por la nueva oportunidad de servirle. Mi vida ha sido un testimonio de la gracia y el poder de Dios, y mi mayor anhelo es compartir esa experiencia con los demás, para que también puedan sentir su presencia en sus vidas.

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