Queridos graduados, profesores, padres, y amigos,
Nos reunimos hoy para celebrar un logro significativo en la vida de quienes hoy alcanzan su meta: la graduación. Es un día lleno de alegría, orgullo, y expectación por lo que está por venir. En medio de todo esto, quiero invitarles a reflexionar sobre algo profundo y esencial: el papel que Dios juega en este nuevo capítulo de sus vidas. Hoy no solo celebramos el final de una etapa académica, sino también el comienzo de un nuevo viaje en el propósito que Dios tiene para cada uno de ustedes.
Un momento de transición
Graduarse marca un momento de transición. Es el final de años de esfuerzo, dedicación y crecimiento, pero también el comienzo de algo nuevo. Así como un sembrador siembra la semilla esperando una cosecha, así ustedes han sembrado durante estos años con estudio, perseverancia y fe. Pero ahora comienza un nuevo tiempo, un tiempo en el que esas semillas darán fruto.
La Palabra de Dios nos recuerda que los tiempos de transición no deben ser momentos de temor, sino de fe. En Isaías 43:19, Dios dice: “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”. Aunque los próximos pasos puedan parecer inciertos, confíen en que Dios está haciendo algo nuevo en sus vidas. Él ya ha trazado un plan y está abriendo camino para ustedes, incluso cuando no lo puedan ver con claridad.
Confiar en los planes de Dios
Uno de los pasajes más conocidos de la Biblia, Jeremías 29:11, dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Este versículo nos da una poderosa verdad: Dios tiene planes buenos para nosotros. No son planes de fracaso, sino de esperanza y futuro.
A lo largo de sus estudios, es probable que hayan enfrentado desafíos: noches largas de estudio, momentos de duda sobre si lograrían alcanzar la meta, exámenes que parecían imposibles de superar. Y, sin embargo, aquí están hoy, victoriosos, gracias al esfuerzo, al apoyo de sus seres queridos, y sobre todo, a la mano de Dios que ha estado con ustedes en cada paso.
Pero mientras avanzan hacia lo que viene después de la graduación, quiero animarles a que sigan confiando en los planes de Dios. Puede que enfrenten nuevas incertidumbres: ¿Qué carrera seguir? ¿Qué trabajo elegir? ¿Qué caminos tomar? En esos momentos de indecisión, recuerden que Dios ya conoce el futuro y que sus caminos son perfectos.
El Proverbios 3:5-6 nos exhorta a confiar plenamente en Dios: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Este es un llamado a la confianza. Aunque a veces nuestros propios razonamientos puedan fallar o los caminos que planeamos no resulten como esperamos, Dios siempre está guiando nuestros pasos si le permitimos hacerlo. Así que, graduados, no teman lo desconocido, porque su Padre celestial ya está allí, preparando el camino.
Identidad en Cristo
A medida que avanzan hacia este nuevo capítulo de sus vidas, es fundamental que recuerden quiénes son en Cristo. En el mundo, la tentación de definirnos por nuestros logros académicos, profesionales o financieros puede ser fuerte. Pero como hijos de Dios, nuestra identidad no está atada a títulos o logros, sino a la relación que tenemos con nuestro Creador.
En 1 Pedro 2:9, la Escritura dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Esta identidad es permanente y trascendente. Mientras el mundo puede intentar etiquetarnos por lo que hacemos o logramos, Dios nos ha marcado como suyos. Él nos ha escogido, nos ha llamado y nos ha dado un propósito.
Cuando enfrenten momentos de duda, cuando se pregunten si son suficientes o si están haciendo lo correcto, recuerden que su valor no proviene de lo que hacen, sino de a quién pertenecen. Su identidad en Cristo es inmutable y eterna.
Vivir con propósito
Uno de los mayores regalos que recibimos al seguir a Cristo es la certeza de que nuestras vidas tienen un propósito mayor. No fuimos creados por accidente ni estamos aquí por casualidad. Dios tiene un plan divino para cada uno de nosotros, y parte de ese plan se manifiesta a medida que avanzamos en cada etapa de nuestras vidas.
Graduarse no es solo un logro académico; es un paso más hacia el propósito que Dios tiene para ustedes. Efesios 2:10 nos dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Esto significa que Dios ya ha preparado buenas obras para que cada uno de ustedes realice. A medida que avanzan en sus carreras y vidas personales, busquen siempre alinear sus decisiones con el propósito que Dios ha colocado en sus corazones.
Servir con amor
Jesús nos dejó un poderoso ejemplo de servicio. Aunque Él era el Hijo de Dios, vino a este mundo no para ser servido, sino para servir. En Mateo 20:28, leemos: “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Este espíritu de servicio es algo que todos nosotros, como seguidores de Cristo, debemos llevar en nuestras vidas.
Graduarse les brinda nuevas oportunidades para impactar el mundo que les rodea. Ya sea que trabajen en una oficina, en un hospital, en el campo de la educación o en cualquier otra profesión, recuerden que están llamados a servir. No se trata solo de lo que pueden obtener de su carrera, sino de cómo pueden ser una luz y una bendición para los demás a través de ella. Cuando viven con un corazón dispuesto a servir, están reflejando el amor de Cristo en todo lo que hacen.
Perseverancia en la fe
Finalmente, quiero dejarles con una exhortación a la perseverancia. A lo largo de sus vidas, enfrentarán desafíos, tentaciones y momentos en los que quizá sea más fácil rendirse o desviarse del camino que Dios ha trazado para ustedes. Pero quiero recordarles que, aunque el camino pueda ser difícil, la recompensa eterna es invaluable.
En Gálatas 6:9, el apóstol Pablo nos anima: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. Esta es una promesa de que si perseveramos, veremos la cosecha de nuestras obras y esfuerzos, tanto en esta vida como en la eternidad. Así que, graduados, no se desanimen cuando enfrenten dificultades. Mantengan su fe firme en el Señor, sabiendo que Él es fiel para completar la buena obra que ha comenzado en ustedes.
Conclusión
Hoy es un día para celebrar, para dar gracias a Dios por su fidelidad y para mirar al futuro con esperanza y expectación. Este es solo el comienzo de un nuevo capítulo, y aunque no siempre sepan qué viene después, confíen en que Dios ya lo sabe y les está guiando. Él ha prometido estar con ustedes en cada paso del camino, y su amor nunca falla.
Graduados, caminen con confianza, vivan con propósito, sirvan con amor, y nunca dejen de confiar en el Señor. Su futuro está en las manos del Dios Todopoderoso, quien tiene planes de bien para ustedes.
Que el Señor los bendiga y los guíe en este nuevo y emocionante capítulo de sus vidas. ¡Felicitaciones y que sigan alcanzando nuevas alturas en Cristo!
Amén.