Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy nos reunimos para hablar sobre un tema que, cada año, genera debate entre los cristianos: Halloween. Muchos de nosotros hemos visto cómo esta festividad ha ganado popularidad en nuestra sociedad. Los disfraces, las fiestas, el “truco o trato”, los decorados de fantasmas, calabazas y esqueletos son elementos que se ven por todas partes. Y, ante esto, como cristianos, nos hacemos una pregunta clave: ¿cómo debemos responder ante esta celebración?
El Origen de Halloween: Historia y Significado
Para poder discernir correctamente nuestra postura como cristianos ante Halloween, es importante conocer sus orígenes. Halloween proviene de la festividad llamada “All Hallows’ Eve” o “Víspera de Todos los Santos”, una celebración que tiene lugar el 31 de octubre, justo antes del Día de Todos los Santos, una fecha importante en la tradición cristiana donde recordamos a los mártires y santos que nos han precedido.
Sin embargo, antes de que se cristianizara, Halloween tenía raíces en las antiguas celebraciones celtas, específicamente en el festival de Samhain. Para los celtas, Samhain marcaba el fin de la temporada de cosecha y el inicio del invierno. Era un tiempo en el que creían que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se volvía más delgado, permitiendo a los espíritus caminar entre nosotros.
Los antiguos celtas encendían hogueras y usaban disfraces para ahuyentar a los espíritus malignos. Cuando el cristianismo llegó a Europa, muchas de estas costumbres paganas se adaptaron o se entrelazaron con las festividades cristianas. Así fue como Halloween llegó a tener las connotaciones de hoy en día, donde se celebra en gran medida a través de disfraces, dulces y fiestas.
La Perspectiva Cristiana: Llamados a la Santidad
Como cristianos, nuestra vida está centrada en Cristo. Nuestra identidad es ser luz en el mundo y ser testigos de la verdad de Jesús. Esto significa que cada aspecto de nuestra vida debe estar alineado con la Palabra de Dios y el llamado a la santidad. En la carta de 1 Pedro 1:15-16, el apóstol Pedro nos dice:
“Así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.
Entonces, ¿cómo encaja Halloween con nuestro llamado a la santidad? Aunque algunos argumentan que Halloween es simplemente una festividad inofensiva y una oportunidad para que los niños se diviertan, es importante que reflexionemos sobre lo que realmente estamos celebrando. Halloween, en muchos casos, glorifica imágenes de muerte, oscuridad y lo macabro. Como seguidores de Cristo, sabemos que Dios es un Dios de vida, luz y esperanza, no de muerte ni de miedo.
En Juan 8:12, Jesús nos dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Esta es una promesa maravillosa, pero también un recordatorio de que somos llamados a caminar en la luz, no en la oscuridad. Halloween, con sus referencias a fantasmas, demonios y terror, a menudo parece enraizado en lo opuesto a lo que Cristo nos llama a vivir.
La Batalla Espiritual: Reconociendo el Enemigo
No podemos olvidar que estamos inmersos en una batalla espiritual. Efesios 6:12 nos advierte: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.
A menudo, el enemigo trata de minimizar la seriedad de su influencia, disfrazando lo oscuro como algo inofensivo o incluso divertido. Pero como cristianos, debemos ser vigilantes y discernir lo que puede abrir puertas a la influencia del mal en nuestras vidas. Aunque no todos los que celebran Halloween tienen la intención de participar en algo oscuro, debemos estar conscientes de que esta festividad tiene raíces en prácticas que no glorifican a Dios.
El apóstol Pablo nos insta en Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Esto significa que no debemos seguir las costumbres del mundo sin antes examinar si son coherentes con la voluntad de Dios. Halloween, tal como se celebra en muchos lugares, puede parecer divertido, pero no podemos ignorar su énfasis en temas que están en contradicción con nuestra fe.
La Alternativa: Ser Luz en la Oscuridad
No estamos llamados solo a rechazar lo malo, sino a ser proactivos en llevar la luz de Cristo a todas las áreas de nuestra vida. Entonces, en lugar de simplemente condenar Halloween o evitarlo, ¿cómo podemos aprovechar esta oportunidad para glorificar a Dios y ser una luz para quienes nos rodean?
Una opción que algunas iglesias y familias cristianas han adoptado es la celebración de “Noches de Luz” o “Festivales de la Cosecha”, donde los niños y adultos se pueden disfrazar de personajes bíblicos o figuras positivas y se celebra la bondad de Dios. Estos eventos no solo ofrecen una alternativa segura y divertida para las familias, sino que también nos permiten usar este tiempo para hablar sobre la luz de Cristo, la victoria sobre la muerte y la esperanza de la vida eterna.
Otra manera de redimir este tiempo es usarlo como una oportunidad para evangelizar. Cuando los niños vienen a tocar a nuestras puertas pidiendo dulces, ¿por qué no aprovechar para compartir el mensaje del amor de Cristo? Podemos entregar versículos bíblicos junto con los caramelos o incluso invitar a los vecinos a un evento en nuestra iglesia. El punto es que, como cristianos, no somos llamados a escondernos de las oportunidades que el mundo nos presenta, sino a transformarlas para el bien.
La Responsabilidad de los Padres y Líderes
Para aquellos que son padres o líderes de jóvenes, es vital que usemos este tiempo para educar y guiar a las generaciones más jóvenes. No se trata solo de decir “no” a Halloween, sino de explicar por qué. Debemos enseñarles a discernir entre lo que honra a Dios y lo que no lo hace. Proverbios 22:6 dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
Esto también implica enseñarles a vivir con valentía su fe. El mundo constantemente nos invita a conformarnos a sus costumbres, pero nosotros debemos recordarles que somos llamados a ser diferentes, a ser luz en medio de la oscuridad. En lugar de celebrar lo que el mundo celebra, celebremos lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Conclusión
En conclusión, hermanos, debemos ser sabios en cómo respondemos a Halloween. No se trata de caer en legalismos o temores innecesarios, pero sí de ser conscientes de qué celebramos y por qué lo hacemos. Halloween puede ser una oportunidad para compartir la luz de Cristo o una trampa para involucrarnos en lo que no glorifica a Dios.
Efesios 5:8-11 nos recuerda: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”.
Que nuestra vida refleje siempre la luz de Cristo, no solo en Halloween, sino en todo momento. Que seamos sabios, discerniendo entre lo que es bueno y lo que no, y que usemos cada oportunidad para ser testigos del amor y la verdad de nuestro Señor.
Amén.