Prédica Cristiana: Identidad

Introducción

Hermanos y hermanas, hoy quiero hablarles sobre un tema fundamental en la vida de todo creyente: nuestra identidad en Cristo. Vivimos en un mundo que constantemente nos dice quiénes somos o quiénes deberíamos ser. Las redes sociales, los medios de comunicación, la cultura popular, e incluso nuestras propias experiencias personales, nos bombardean con ideas sobre identidad. Pero, ¿qué dice Dios acerca de quiénes somos? ¿Cómo podemos vivir de acuerdo con la identidad que Él nos ha dado?

¿Qué es la Identidad?

La identidad es la respuesta a la pregunta: “¿Quién soy?”. Es el núcleo de nuestra existencia, lo que define cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo interactuamos con el mundo. En la sociedad, a menudo definimos nuestra identidad por factores como nuestra profesión, estatus social, logros, o incluso nuestras fallas. Sin embargo, estas definiciones son superficiales y temporales. El trabajo se puede perder, los logros pueden desvanecerse, y las fallas no son permanentes. Nuestra verdadera identidad debe estar anclada en algo más profundo y duradero.

La Identidad dada por el Mundo

El mundo a menudo nos da etiquetas que, aunque a veces reflejan aspectos de nuestra vida, no definen nuestra esencia. Estas etiquetas pueden estar basadas en nuestra raza, género, nacionalidad, logros académicos, o experiencias pasadas. El problema con estas etiquetas es que son limitadas y no pueden capturar la plenitud de quienes somos en Cristo. Además, el mundo tiende a basar la identidad en el rendimiento y la aceptación de los demás. Si no cumples con ciertos estándares, tu identidad es cuestionada. Pero, ¿qué sucede cuando fallamos? ¿Qué pasa cuando no alcanzamos las expectativas del mundo? Es entonces cuando nos sentimos perdidos, sin rumbo, y sin valor.

Nuestra Verdadera Identidad en Cristo

La Biblia nos enseña que nuestra identidad no está basada en lo que hacemos, sino en quiénes somos en Cristo. En 2 Corintios 5:17, leemos: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Este versículo es fundamental para entender que nuestra identidad se transforma completamente cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

En Cristo, somos hijos de Dios. En Juan 1:12, se nos dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Ser hijos de Dios significa que no solo somos creados por Él, sino que también somos amados, aceptados, y valiosos para Él. No somos huérfanos espirituales ni seres insignificantes. Somos parte de la familia de Dios, herederos de sus promesas y beneficiarios de su amor eterno.

El Propósito de Nuestra Identidad en Cristo

Nuestra identidad en Cristo no solo nos define, sino que también nos da propósito. Efesios 2:10 dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Dios nos ha creado con un propósito específico, y ese propósito se revela a medida que comprendemos nuestra identidad en Él. No estamos aquí por accidente; cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en el Reino de Dios.

Al entender nuestra identidad en Cristo, también descubrimos que somos embajadores de su Reino. 2 Corintios 5:20 nos dice: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. Como embajadores, representamos a Cristo en este mundo, llevamos su mensaje de amor, perdón y redención a los que nos rodean. No es solo un privilegio, sino también una responsabilidad.

Venciendo las Mentiras del Enemigo

El enemigo, Satanás, es el padre de la mentira, y una de sus estrategias más comunes es atacar nuestra identidad. Nos susurra mentiras como “No eres lo suficientemente bueno”, “Dios no te ama”, “Tu pasado te define”, o “No tienes valor”. Sin embargo, debemos recordar que estas son mentiras del enemigo, diseñadas para alejarnos de la verdad de nuestra identidad en Cristo.

En Efesios 6:11-17, se nos instruye a ponernos la armadura de Dios para resistir las artimañas del diablo. Parte de esta armadura incluye el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Para combatir las mentiras del enemigo, debemos renovar nuestra mente con la verdad de la Palabra de Dios. En Romanos 12:2, se nos exhorta: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Viviendo Conforme a Nuestra Identidad en Cristo

Saber quiénes somos en Cristo es solo el primer paso; debemos vivir de acuerdo con esa identidad. Colosenses 3:1-3 nos dice: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”.

Vivir conforme a nuestra identidad en Cristo significa buscar las cosas de arriba, poner nuestra mirada en lo eterno, y no dejarnos llevar por los afanes y deseos de este mundo. Significa caminar en fe, confiando en que Dios tiene el control de nuestras vidas, y vivir de manera que honre a Dios en todas nuestras acciones, pensamientos y palabras.

También implica amarnos unos a otros como Cristo nos ama. En Juan 13:34-35, Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros”. Cuando vivimos en el amor de Cristo, reflejamos su carácter y mostramos al mundo la realidad de nuestra identidad en Él.

Conclusión

Hermanos y hermanas, nuestra identidad en Cristo es el fundamento de nuestra fe y de nuestra vida. No somos definidos por lo que el mundo dice de nosotros, ni por nuestros errores o fracasos. Somos definidos por lo que Dios dice que somos: sus hijos, amados, aceptados, y con un propósito eterno.

Te animo a que cada día renueves tu mente con la verdad de la Palabra de Dios, a que rechaces las mentiras del enemigo, y a que vivas de acuerdo con la identidad que tienes en Cristo. Recuerda, no somos del mundo; somos ciudadanos del cielo, embajadores de Cristo, llamados a vivir una vida que refleje la gloria de Dios.

Oremos para que el Señor nos ayude a vivir conforme a nuestra verdadera identidad en Cristo, para que podamos cumplir con el propósito que Él ha preparado para nosotros, y para que, en todo lo que hagamos, su nombre sea glorificado.

Amén.

Alejandro Rodriguez

Mi nombre es Alejandro Rodríguez y soy un hombre profundamente devoto a Dios. Desde que tengo memoria, siempre he sentido una presencia en mi vida, pero no fue hasta un momento muy particular que esa presencia se convirtió en el centro de todo lo que soy y hago.Soy el orgulloso padre de tres maravillosos hijos: Daniel, Pablo y María. Cada uno de ellos ha sido una bendición en mi vida, y a través de ellos, he aprendido el verdadero significado de la fe y la responsabilidad. Ahora también tengo el privilegio de ser abuelo de dos nietos, Miguel y Santiago, quienes llenan mi corazón de alegría y esperanza para el futuro.La historia de mi devoción a Dios comenzó en un momento oscuro de mi vida. Cuando tenía 35 años, pasé por una experiencia que lo cambió todo. Sufrí un accidente automovilístico muy grave, uno que, según los médicos, era casi imposible de sobrevivir. Recuerdo haber estado atrapado entre los hierros del coche, sintiendo que el final estaba cerca. En ese instante, mientras luchaba por respirar, una paz indescriptible me envolvió. Sentí una mano invisible que me sostenía y una voz en lo más profundo de mi ser que me decía: "No es tu hora, aún tienes una misión por cumplir".Sobreviví al accidente contra todo pronóstico médico, y esa experiencia me llevó a reevaluar mi vida y a buscar más profundamente el propósito que Dios tenía para mí. Me di cuenta de que había estado viviendo sin una dirección clara, enfocado en lo material y lo inmediato, pero ese encuentro con lo divino me mostró que había algo mucho más grande que yo debía hacer.Así nació Sermones Cristianos, un sitio web que fundé con el único propósito de difundir el mensaje de Dios a todo el mundo. Creé este espacio para que cualquiera, en cualquier lugar, pudiera acceder a la palabra de Dios y encontrar consuelo, guía y esperanza en sus momentos más difíciles, tal como yo lo hice. Mi misión es llevar el amor y el consuelo de Dios a aquellos que lo necesitan, a través de sermones inspiradores y mensajes de fe.Cada día, al despertar, agradezco a Dios por la nueva oportunidad de servirle. Mi vida ha sido un testimonio de la gracia y el poder de Dios, y mi mayor anhelo es compartir esa experiencia con los demás, para que también puedan sentir su presencia en sus vidas.

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