Introducción
Hermanos y hermanas, hoy quiero hablarles de algo que no solo transforma, sino que renueva profundamente nuestro ser: un encuentro con Dios. No estoy hablando de algo lejano o abstracto, sino de una experiencia viva, una experiencia que cada uno de nosotros puede tener y que cambia el curso de nuestras vidas. Un encuentro con Dios es una de esas experiencias que dejan huellas imborrables y que nos marcan para siempre. Al igual que Moisés frente a la zarza ardiente o Pablo en el camino a Damasco, cada uno de nosotros tiene la posibilidad de acercarse y conocer al Dios vivo, ese Dios que es amor, poder y misericordia.
¿Alguna vez te has preguntado cómo es realmente encontrarte cara a cara con Dios? ¿Has sentido en lo profundo de tu ser la necesidad de que Dios te toque, te hable y transforme tu vida? Un verdadero encuentro con Dios no es simplemente conocer acerca de Él, sino que significa conocerlo a Él. Significa acercarnos a Su santidad, a Su amor, y permitir que Él transforme nuestras vidas desde lo más profundo.
1. La Necesidad de un Encuentro Personal
El primer paso para experimentar un encuentro con Dios es reconocer nuestra necesidad de Él. Vivimos en un mundo que constantemente intenta llenar ese vacío con cosas materiales, entretenimiento, éxito y logros. Sin embargo, el alma humana está diseñada para algo mucho más profundo y eterno. Fuimos creados a imagen de Dios y, por lo tanto, nuestro espíritu anhela la comunión con su Creador.
Ejemplo Bíblico: La Sed de la Samaritana
En el evangelio de Juan, encontramos la historia de la mujer samaritana, quien fue a buscar agua en el pozo y tuvo un encuentro inesperado con Jesús. Jesús le habló acerca del “agua viva” que podía saciar su sed para siempre. La mujer, que había buscado en relaciones humanas lo que su espíritu realmente anhelaba, se dio cuenta en ese momento que lo que había estado buscando era precisamente ese encuentro con Dios. Así como la samaritana, nosotros también tenemos una sed profunda que solo Dios puede satisfacer.
2. ¿Qué Sucede en un Encuentro con Dios?
Cuando nos encontramos con Dios, algo en nuestro interior cambia. La presencia de Dios tiene el poder de transformar todo lo que somos. La Biblia está llena de ejemplos de personas que, al encontrarse con Dios, nunca volvieron a ser las mismas. Aquí hay algunos aspectos de lo que sucede cuando tenemos un verdadero encuentro con el Señor.
A. Revelación de Nuestra Condición
En Isaías 6, vemos cómo el profeta Isaías tuvo una visión de Dios en Su trono. Ante la santidad y majestad de Dios, Isaías se dio cuenta de su propia impureza y exclamó: “¡Ay de mí, que soy hombre inmundo de labios!” Un encuentro con Dios nos confronta con nuestra realidad, revelando nuestras debilidades, errores y pecados. Pero esto no es para condenarnos, sino para que podamos rendirnos y entregarle todas esas cargas al Señor.
B. Purificación y Restauración
Dios no solo revela nuestra condición, sino que también purifica y restaura. Isaías, al reconocer su pecado, fue purificado con un carbón encendido traído por un ángel. Este acto simboliza la purificación que recibimos cuando nos acercamos a Dios en arrepentimiento. En un encuentro con Dios, Él purifica nuestro corazón y nos restaura a una nueva vida. Como dice en 1 Juan 1:9, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
C. Llamado a una Nueva Misión
Después de ser purificado, Isaías escuchó la voz de Dios preguntando: “¿A quién enviaré?” e Isaías respondió: “Aquí estoy, envíame a mí” (Isaías 6:8). En un encuentro con Dios, no solo somos transformados, sino que también somos llamados a una nueva misión, a vivir para Su gloria y a llevar Su luz al mundo. Cuando experimentamos la presencia de Dios en nuestras vidas, surge en nosotros un deseo genuino de servirle y vivir para Él.
3. Cómo Podemos Tener un Encuentro con Dios
Muchas personas piensan que tener un encuentro con Dios es solo para unos pocos, pero la verdad es que Dios desea encontrarse con cada uno de Sus hijos. Él es un Dios que se revela, que se acerca, y que desea que todos le conozcamos. Entonces, ¿cómo podemos tener un encuentro con Dios?
A. Búsqueda de Dios en Oración
La oración es el medio por el cual abrimos nuestro corazón a Dios y buscamos Su presencia. No se trata solo de recitar palabras, sino de abrirnos sinceramente a Él, confesando nuestras necesidades y escuchando Su voz. La oración es la puerta que nos conduce a Su presencia.
B. Meditación en Su Palabra
La Biblia es el medio principal a través del cual Dios nos habla. Cuando leemos y meditamos en Su Palabra, Dios nos revela Su carácter, Su amor y Su propósito para nuestras vidas. La Palabra de Dios es viva y eficaz, y en ella podemos encontrar las respuestas a las preguntas más profundas de nuestro corazón.
C. Adoración
La adoración nos permite enfocarnos en la grandeza de Dios y en Su santidad. Es un tiempo en el que dejamos de lado nuestras preocupaciones y necesidades, y nos rendimos completamente a Él. En momentos de adoración genuina, podemos sentir Su presencia y tener un encuentro con Su amor y Su paz.
D. Arrepentimiento y Rendición
Un encuentro con Dios requiere que estemos dispuestos a arrepentirnos de nuestros pecados y a rendirnos completamente a Él. Como dice en Santiago 4:8, “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. Cuando nos acercamos a Dios con un corazón contrito, Él se muestra a nosotros y transforma nuestras vidas.
4. Los Frutos de un Encuentro con Dios
Un verdadero encuentro con Dios produce frutos visibles en nuestras vidas. No podemos encontrarnos con el Creador del universo y seguir siendo los mismos. Estos son algunos de los frutos que surgen de un encuentro con Dios:
A. Amor y Compasión
Un encuentro con Dios nos llena de Su amor y nos capacita para amar a los demás. Al experimentar Su amor, no podemos evitar desear compartir ese amor con otros. Nos volvemos más compasivos, más pacientes y más dispuestos a ayudar a quienes nos rodean.
B. Paz y Gozo
Dios es la fuente de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Al encontrarnos con Él, experimentamos una paz que no depende de las circunstancias externas, sino de Su presencia en nuestra vida. Esta paz nos sostiene y nos da fuerza en medio de las pruebas y dificultades. Además, experimentamos un gozo que brota de Su amor, un gozo que nos impulsa a vivir cada día con gratitud y esperanza.
C. Dirección y Propósito
Dios no solo transforma nuestro interior, sino que también nos da un propósito y una dirección clara. Un encuentro con Dios nos da un nuevo sentido de vida, una misión que nos impulsa a vivir para Su gloria y a cumplir Su voluntad. Él nos guía en cada paso y nos capacita para enfrentar cualquier desafío.
Conclusión
Dios está llamando hoy a cada uno de nosotros a un encuentro personal con Él. Su deseo es que no solo le conozcamos de lejos, sino que experimentemos Su amor, Su paz y Su poder en nuestras vidas. Él nos invita a acercarnos, a buscarle, y a experimentar una comunión profunda con Él.
Quizás te has sentido solo, cansado o perdido. Tal vez has buscado en otros lugares lo que solo Dios puede darte. Hoy es el día de decirle “Sí” a ese encuentro. Abre tu corazón, busca Su presencia, y permite que Él transforme tu vida. Tal como hizo con Moisés, Isaías y tantos otros, Dios está listo para revelarse a ti, para caminar contigo, y para guiarte en una vida llena de propósito y plenitud.
Oremos juntos para que cada uno de nosotros pueda tener ese encuentro profundo y transformador con el Dios vivo. Amén.