Introducción
Queridos hermanos y hermanas, hoy quiero que juntos reflexionemos en una de las declaraciones más poderosas del apóstol Pablo en el libro de Gálatas 2:20:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Estas palabras no son solo un versículo que memorizamos o repetimos; son una declaración de identidad, de propósito y de transformación. Hoy quiero desafiarte a que te hagas esta pregunta: ¿Estoy realmente viviendo para Cristo, o sigo viviendo para mí?
Pablo no solo nos está hablando de una experiencia mística o teológica; nos está mostrando el corazón del cristianismo: rendir nuestra vida para que Cristo la llene y la transforme.
1. ¿Qué significa “ya no vivo yo”?
Para entender la profundidad de esta declaración, necesitamos detenernos en la primera parte: “ya no vivo yo”.
a) La muerte al yo
Cuando Pablo dice “ya no vivo yo”, está hablando de una muerte espiritual. No se refiere a una muerte física, sino a morir a nuestro ego, a nuestros deseos carnales, a nuestra vieja naturaleza.
Antes de conocer a Cristo, nuestra vida estaba gobernada por el pecado. El apóstol Pablo lo describe de esta manera en Romanos 7:18:
“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.”
El “yo” del que habla Pablo es ese viejo hombre que nos dominaba antes de nuestra conversión:
- El yo que busca su propio orgullo.
- El yo que actúa en rebeldía contra Dios.
- El yo que quiere ser independiente de la voluntad divina.
Jesucristo nos llama a morir a nosotros mismos. No podemos vivir en plenitud si no hemos crucificado ese “yo”.
Lucas 9:23: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”
b) La necesidad de morir para vivir
Aquí está la paradoja divina: para vivir verdaderamente, primero debemos morir. Morir a nuestro egoísmo y entregar el control a Cristo.
Jesús mismo nos lo enseñó en Juan 12:24:
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”
Solo cuando dejamos de vivir para nosotros mismos, empezamos a ver frutos en nuestra vida: frutos de amor, gozo, paz, paciencia, y todos los demás frutos del Espíritu Santo.
2. “Cristo vive en mí” – La vida de Cristo en nosotros
Ahora llegamos a la segunda parte del versículo: “mas vive Cristo en mí”. Esta es la parte más gloriosa de nuestra nueva identidad en Cristo: Él vive en nosotros.
a) Cristo en nosotros: Una nueva vida
Cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, sucede algo maravilloso: Él viene a habitar en nuestro corazón.
Juan 14:23: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.”
No estamos solos. Cristo mismo, por medio de Su Espíritu Santo, vive en nosotros. Esto significa que:
- Su poder está en nosotros.
- Su amor está en nosotros.
- Su carácter se empieza a formar en nosotros.
b) Una vida guiada por el Espíritu Santo
Cuando Cristo vive en nosotros, ya no somos gobernados por nuestra carne, sino por Su Espíritu.
Romanos 8:14: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”
La vida cristiana no se trata de nuestra fuerza o habilidad, sino del poder de Cristo en nosotros. Pablo lo dice claramente:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
3. “Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe”
Pablo termina este versículo diciendo:
“Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Esto nos enseña una verdad fundamental: vivimos por fe.
a) Vivir en la fe significa depender de Dios
La vida cristiana es una vida de dependencia total en Dios. Nuestra fe no está basada en lo que vemos o sentimos, sino en lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Hebreos 11:1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Vivir por fe significa:
- Confiar en Dios en los tiempos difíciles.
- Creer en Sus promesas aunque no veamos resultados inmediatos.
- Caminar en obediencia incluso cuando no entendemos el camino.
b) El amor de Cristo como motivación
Pablo dice que vivimos en la fe del Hijo de Dios, “el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
El amor de Cristo debe ser nuestra motivación principal para vivir en santidad y entrega. Cuando recordamos el sacrificio de Jesús en la cruz, no podemos seguir viviendo para nosotros mismos.
2 Corintios 5:15: “Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
Jesús no solo murió por nosotros, sino que nos amó con un amor eterno. Si Cristo entregó Su vida por nosotros, ¿cómo no entregarle la nuestra a Él?
4. ¿Cómo vivir una vida donde Cristo sea el centro?
Ahora que entendemos lo que significa “ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí”, debemos responder una pregunta práctica: ¿Cómo podemos vivir esta verdad cada día?
a) Rindiéndonos diariamente en oración
La vida cristiana comienza con una relación íntima con Dios. Cada día debemos rendir nuestra voluntad a Cristo en oración, pidiendo que Su Espíritu nos guíe.
Romanos 12:1: “Os ruego, pues, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”
b) Alimentándonos de la Palabra de Dios
Si Cristo vive en nosotros, necesitamos conocer Su voluntad. Esto solo lo logramos al leer y meditar en la Palabra de Dios.
Salmo 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.”
c) Caminando en comunidad y obediencia
Vivir para Cristo no es algo que hacemos solos. Necesitamos el apoyo de la iglesia, del cuerpo de Cristo, y también debemos caminar en obediencia a Sus mandamientos.
Conclusión
Hermanos, vivir la realidad de “ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí” no es fácil, pero es posible. Es un proceso diario de rendición, fe y transformación.
Hoy te invito a que examines tu corazón:
- ¿Hay áreas en tu vida donde todavía gobierna el “yo”?
- ¿Has permitido que Cristo viva plenamente en ti?
Rinde tu vida completamente a Él. Recuerda que el Cristo que venció la muerte vive en ti, y Él quiere transformar tu vida, tu familia, tu trabajo y todo lo que haces.
Dile hoy al Señor:
“Ya no quiero vivir para mí mismo, Señor. Ven y vive en mí. Transfórmame y úsame para tu gloria.”
Oración final:
Señor Jesús, gracias por amarme y entregarte por mí. Hoy te rindo mi vida por completo. Ya no quiero vivir para mí, sino que seas Tú quien viva en mí. Guíame por tu Espíritu y ayúdame a vivir en fe cada día. En el nombre de Jesús, amén.
Llamado al altar:
Si hoy deseas entregarle tu vida completamente a Cristo, ven a Sus pies y dile: “Ya no vivo yo, Cristo vive en mí.” ¡Deja que Él transforme tu vida!



