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Bosquejo: La oración que agrada a Dios

Introducción

La oración es uno de los pilares fundamentales de la vida cristiana. Desde el principio de la creación, vemos en la Biblia la importancia de la comunicación entre Dios y el ser humano. Dios busca relacionarse con sus hijos y la oración es el medio por el cual nos acercamos a Él. Sin embargo, no todas las oraciones son agradables a Dios. En Mateo 6:5-15, Jesús enseña a sus discípulos cómo deben orar y cuál es el tipo de oración que realmente agrada a Dios. Este pasaje, que incluye el famoso “Padre Nuestro”, nos ofrece una guía práctica sobre cómo debemos acercarnos a Dios en oración.

I. La Actitud Correcta en la Oración (Mateo 6:5-6)

A. No para ser visto por los hombres

Jesús comienza sus enseñanzas sobre la oración advirtiendo contra la hipocresía. En el versículo 5, dice: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres. De cierto os digo que ya tienen su recompensa”. Jesús señala que la oración no debe hacerse con la intención de recibir el aplauso de los demás. La oración que agrada a Dios no busca reconocimiento humano, sino la intimidad con el Padre.

B. En lo secreto, en intimidad con Dios

En contraste con la oración hipócrita, Jesús dice en el versículo 6: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Aquí, Jesús enfatiza la importancia de la intimidad en la oración. No se trata del lugar físico necesariamente, sino de la disposición del corazón. Orar en secreto simboliza una relación personal y genuina con Dios, donde no buscamos la aprobación de los demás, sino la comunión sincera con nuestro Padre celestial.

C. Reflexión

La oración que agrada a Dios es aquella que nace de un corazón sincero, no de una intención de ser visto o admirado por los demás. Dios ve el corazón y conoce las motivaciones detrás de nuestras palabras. Él no se deja impresionar por gestos externos, sino por la autenticidad con la que nos dirigimos a Él.

II. La Simplicidad y Sinceridad en la Oración (Mateo 6:7-8)

A. No usar vanas repeticiones

En los versículos 7 y 8, Jesús advierte sobre el uso de “vanas repeticiones” en la oración, una práctica común entre los paganos de esa época. Jesús dice: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”. La oración que agrada a Dios no es una oración mecánica o llena de frases repetidas sin sentido. Dios no está interesado en la cantidad de palabras que usamos, sino en la sinceridad con la que hablamos.

B. Dios ya sabe lo que necesitamos

Jesús continúa diciendo: “Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Esto nos recuerda que la oración no es para informar a Dios de nuestras necesidades, ya que Él las conoce de antemano. Más bien, la oración es un acto de fe y confianza en que Dios nos cuida y provee.

C. Reflexión

La oración que agrada a Dios es sencilla, sincera y directa. No necesitamos complicarla con fórmulas o palabras elaboradas. Dios está más interesado en la honestidad de nuestro corazón que en la elocuencia de nuestras palabras. Él sabe lo que necesitamos y, aunque seamos breves, nuestras oraciones son efectivas cuando son genuinas.

III. El Modelo de Oración: El Padre Nuestro (Mateo 6:9-13)

A. Reconocimiento de la santidad de Dios (v.9)

Jesús comienza la oración modelo diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. Este primer verso establece el fundamento de la oración que agrada a Dios: el reconocimiento de su santidad. Cuando nos acercamos a Dios en oración, debemos hacerlo con reverencia y adoración. Dios no es simplemente un ser al que le presentamos nuestras peticiones, sino un Padre santo y digno de toda honra.

B. La prioridad del reino de Dios (v.10)

“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. La oración que agrada a Dios es aquella que busca primero el reino de Dios y su voluntad. A menudo, nuestras oraciones están centradas en nuestros deseos y necesidades, pero Jesús nos enseña que debemos orar alineados con los propósitos de Dios. Esto significa que oramos no solo por nuestras necesidades personales, sino por la expansión del reino de Dios en la tierra y por que su voluntad se cumpla en nuestras vidas y en el mundo.

C. Dependencia diaria de Dios (v.11)

“Danos hoy el pan nuestro de cada día”. La oración que agrada a Dios también refleja nuestra dependencia diaria de Él. El “pan” simboliza nuestras necesidades básicas y físicas. Reconocemos que cada día dependemos de Dios para nuestra provisión. No nos apoyamos en nuestras propias fuerzas, sino que confiamos en que Dios nos sustenta en todo momento.

D. El perdón y la restauración (v.12)

“Perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Jesús enfatiza que la oración que agrada a Dios debe incluir el perdón. Así como Dios nos perdona, nosotros estamos llamados a perdonar a los demás. La falta de perdón es un obstáculo en nuestra relación con Dios. Si queremos que nuestras oraciones sean escuchadas, debemos estar dispuestos a perdonar a quienes nos han ofendido.

E. Protección y victoria espiritual (v.13)

“No nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. Finalmente, la oración modelo incluye una súplica por la protección de Dios contra las tentaciones y las fuerzas del mal. Esta es una expresión de humildad, reconociendo que, por nuestras propias fuerzas, no podemos vencer las tentaciones ni protegernos del mal. Dependemos de la gracia y la protección de Dios en nuestra lucha diaria contra el pecado y el enemigo.

F. Reflexión

El “Padre Nuestro” es un modelo perfecto de la oración que agrada a Dios. Nos enseña a orar con reverencia, a buscar primero su reino, a depender de Él para nuestras necesidades diarias, a perdonar y a buscar su protección. Cada elemento de esta oración refleja una actitud de humildad, confianza y sumisión a la voluntad de Dios.

IV. La Importancia del Perdón en la Oración (Mateo 6:14-15)

A. La relación entre el perdón y la oración

Jesús concluye su enseñanza sobre la oración enfatizando la importancia del perdón. En los versículos 14-15, dice: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Aquí, Jesús deja claro que la falta de perdón es un impedimento para que nuestras oraciones sean efectivas. No podemos acercarnos a Dios en oración si guardamos rencor o falta de perdón en nuestro corazón.

B. Reflexión

El perdón es una condición necesaria para que nuestras oraciones sean escuchadas por Dios. Si deseamos que Dios responda a nuestras peticiones, debemos estar dispuestos a perdonar a los que nos han hecho daño. El perdón no solo beneficia a la persona que lo recibe, sino que también nos libera a nosotros de la amargura y el resentimiento.

Conclusión

La oración que agrada a Dios no se trata de palabras rebuscadas o de cumplir con un ritual externo. Es una oración sincera, que nace de un corazón humilde y dependiente de Dios. Como hemos visto en las enseñanzas de Jesús en Mateo 6, Dios busca una relación íntima con nosotros, donde lo reconocemos como nuestro Padre celestial, buscamos su voluntad y dependemos de su provisión diaria. Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, nuestras oraciones no solo serán escuchadas, sino que también nos acercarán más a Dios, fortaleciendo nuestra relación con Él.

Alejandro Rodriguez

Mi nombre es Alejandro Rodríguez y soy un hombre profundamente devoto a Dios. Desde que tengo memoria, siempre he sentido una presencia en mi vida, pero no fue hasta un momento muy particular que esa presencia se convirtió en el centro de todo lo que soy y hago. Soy el orgulloso padre de tres maravillosos hijos: Daniel, Pablo y María. Cada uno de ellos ha sido una bendición en mi vida, y a través de ellos, he aprendido el verdadero significado de la fe y la responsabilidad. Ahora también tengo el privilegio de ser abuelo de dos nietos, Miguel y Santiago, quienes llenan mi corazón de alegría y esperanza para el futuro. La historia de mi devoción a Dios comenzó en un momento oscuro de mi vida. Cuando tenía 35 años, pasé por una experiencia que lo cambió todo. Sufrí un accidente automovilístico muy grave, uno que, según los médicos, era casi imposible de sobrevivir. Recuerdo haber estado atrapado entre los hierros del coche, sintiendo que el final estaba cerca. En ese instante, mientras luchaba por respirar, una paz indescriptible me envolvió. Sentí una mano invisible que me sostenía y una voz en lo más profundo de mi ser que me decía: "No es tu hora, aún tienes una misión por cumplir". Sobreviví al accidente contra todo pronóstico médico, y esa experiencia me llevó a reevaluar mi vida y a buscar más profundamente el propósito que Dios tenía para mí. Me di cuenta de que había estado viviendo sin una dirección clara, enfocado en lo material y lo inmediato, pero ese encuentro con lo divino me mostró que había algo mucho más grande que yo debía hacer. Así nació Sermones Cristianos, un sitio web que fundé con el único propósito de difundir el mensaje de Dios a todo el mundo. Creé este espacio para que cualquiera, en cualquier lugar, pudiera acceder a la palabra de Dios y encontrar consuelo, guía y esperanza en sus momentos más difíciles, tal como yo lo hice. Mi misión es llevar el amor y el consuelo de Dios a aquellos que lo necesitan, a través de sermones inspiradores y mensajes de fe. Cada día, al despertar, agradezco a Dios por la nueva oportunidad de servirle. Mi vida ha sido un testimonio de la gracia y el poder de Dios, y mi mayor anhelo es compartir esa experiencia con los demás, para que también puedan sentir su presencia en sus vidas.

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